- ¡Hola! ¿Tiene hora?
- Perdone, no fumo.
Voy a comenzar el artículo de este mes con un espléndido cuento de Jorge Bucay, escritor y terapeuta argentino cuya lectura de sus obras recomiendo vivamente.
Seguir a Estefanía Mónaco:Twitter, Facebook
Marcos siempre había sido un niño muy curioso. Ya desde pequeño, lo que más le gustaba era bajar a la calle a explorar. Podía pasarse horas y horas recorriendo todos los rincones de su pequeño pueblo, y lo más divertido era que siempre descubría algún detalle nuevo que no había visto antes.
La historia que quiero contarte sucedió una tarde de primavera. Y bueno, la verdad es que Marcos no estaba haciendo nada especial esa tarde. Al fin y al cabo era un niño de diez años bastante normal; tampoco es que estuviera viviendo aventuras interesantes a todas horas… eso sólo pasaba en los videojuegos.
Esa tarde de primavera, Marcos estaba en su habitación haciendo deberes de matemáticas. Estaba muy concentrado: ¡Cuarto de primaria ya no era ninguna tontería!
Dialogar es conversar con otras personas sobre nuestras ideas, pensamientos, sentimientos. Nos permite crear y avanzar en las buenas, correctas y fructíferas relaciones, sean personales, sociales o profesionales.
El diálogo es un valor fundamental para la convivencia. A pesar de que el refrán dice que “hablando se entiende la gente”, lo importante del diálogo no es hablar, sino el entendimiento.