Presiones, presiones y más presiones. Ni hombres ni mujeres se libran de ellas. Y no hay nada que dificulte más una vida sexual satisfactoria que los pesos sobre nuestra espalda.
Esos pesos pueden ser creencias erróneas sobre el sexo o la propia sexualidad, una autoestima física pobre, una baja percepción de autoeficacia, unos estereotipos de género mantenidos por la sociedad…
En definitiva, presiones psicológicas que nos perjudican, aportando tensión y preocupación donde sólo debería haber disfrute. ¡Di basta y libérate de lastres!
En este artículo no te voy a describir las variadas posturas del Kamasutra, ni te diré que innoves cumpliendo fantasías, disfrazándote de policía o bombero, como si eso fuera la solución a todos los problemas de pareja.
Y no es porque innovar no esté bien; de hecho, la creatividad es esencial en la sexualidad.
No obstante, la rutinización del sexo es una cuestión de pareja que yace a un nivel más profundo, y a menudo ha sido tratada de forma banal, como si fuera fácil recuperar el deseo comprándolo en un sex shop.
Como si fuesen estaciones sucesivas a lo largo de un gran recorrido, la vivencia de la sexualidad humana se divide en cuatro fases.
Éstas tienen lugar tanto si hablamos de una relación de pareja como si nos referimos a una masturbación a solas.
Entendemos por cibersexo cualquier forma de comunicarse mediante Internet en la que dos o más personas comparten contenidos eróticos personales mediante chat, simulando una relación sexual.
Hay diversidad de opiniones sobre si el cibersexo es un tipo de infidelidad o no.
La sexualidad humana es un asunto tan amplio que hace necesaria la existencia de profesionales especializados en su estudio y en su práctica clínica.