No lo dudes: consulta con un sexólogo
Por mucho que seamos modernos, los tabúes con respecto a la sexualidad siguen entorpeciendo la vivencia natural de esta experiencia tan placentera.
Yo creo que, en realidad, nos hacemos los modernos. Mola ser sexualmente lanzados, al menos verbalmente. Otra cosa ya es lo que hagamos realmente en nuestra intimidad.
Para hacer esta afirmación me baso en apreciaciones de campo; en más de la mitad de los casos que recibo en la consulta, la persona en cuestión lleva más de un año arrastrando su problema sexual, lo cual es una barbaridad.
Paralizados sexualmente
Detrás de esta realidad está el hecho de que, ante los problemas sexuales, tendemos a paralizarnos, a no saber qué hacer.
Lo más habitual es que, de entrada, se intente realizar algún “apaño” a la desesperada para que el problema se solucione rápidamente.
No obstante, la realidad siempre termina por ganar la partida. Como en otros aspectos de la salud, si no ponemos rápida solución a los problemas sexuales éstos terminarán por tener una enorme influencia en nuestra vida.
Por ejemplo, un simple fallo puntual en la erección podría quedarse ahí y no volver a repetirse, o bien convertirse en un problema de disfunción eréctil que afecte enormemente a la relación de pareja.
La falta de solución o, mejor dicho, el intento de solución mediante remedios equivocados da alas al problema para destrozar nuestra vida íntima.
Pon solución ahora
¿Por qué amargarnos la vida si las cosas de lo íntimo suelen tener fácil solución?
¿Por qué nos esperamos a consultar cuando el desastre es inminente y la autoestima y el amor propio están por los suelos?
Pues bien; en realidad esto se debe a dos características.
La primera es la falta de información. Poca gente consulta sus intimidades con su médico de cabecera debido a que, o bien no creen que éste les pueda ayudar, o bien no consideran que se trate del profesional apropiado. Este “no saber” a quién consultar genera desatención sexual.
Junto al desconocimiento hay algo obvio: el sexo trata de un asunto íntimo del ser humano, algo muchos menos evidente para comentar abiertamente que la meteorología, por ejemplo.
Si aunamos el desconocimiento y el tabú por tratarse de algo muy personal, obtendremos como resultado tiempo: tiempo perdido.
De esta manera, poco a poco irán generándose daños colaterales, un rosario de efectos secundarios que, gracias al efecto dominó, terminarán por extenderse a multitud de otras esferas de nuestra vida: pareja, autoestima, amor propio, salud emocional, etc.
El tiempo que perdemos dudando es oro, así que, si sientes que algo no va bien, busca en tu entorno algún psicólogo o médico especializado en sexología.