"Estómago, no me amargues": consejos para evitar la acidez estomacal
Con la vuelta de las vacaciones y, reconozcámoslo, también con sus excesos, nuestro sistema digestivo se resiente.
Si a todo esto le sumamos la vuelta a la rutina y, cómo no, a situaciones más que menos estresantes, no es de extrañar que sintamos a menudo molestias digestivas que se pueden paliar en parte mediante la modificación de nuestros hábitos nutricionales.
De hecho, más de una tercera parte de la población refiere síntomas de reflujo gástrico al menos una vez al mes y hasta un diez por ciento presenta síntomas diarios.
En general, las enfermedades digestivas son más frecuentes en el sexo masculino y aumentan a medida que avanza la edad.
¿Qué es la acidez digestiva?
En realidad, la enfermedad provocada por la acidez se denomina enfermedad por reflujo gastroesofágico y se define como un conjunto de síntomas y lesiones anatómicas causadas por el reflujo del contenido gástrico hacia el esófago.
En muchas ocasiones este reflujo se asocia a la existencia de una hernia de hiato, pero puede ocurrir en ausencia de ésta.
¿Qué causa la acidez digestiva?
En general, los alimentos y las bebidas pueden ocasionar reflujo por un aumento de la secreción ácida en el estómago o por un efecto irritante directo sobre la mucosa gástrica.
También pueden existir alteraciones del vaciamiento gástrico al intestino, como un vaciamiento muy rápido o muy lento.
Para saber si existe cualquier tipo de alteración se realiza una sencilla prueba mediante la ingesta de un líquido con material radiactivo y visible mediante la toma de radiografías.
En otros casos es recomendable realizarse una endoscopia digestiva para descartar anomalías.
¿Qué dieta sería la más adecuada?
Realmente hay pocas evidencias científicas que avalen que un determinado alimento puede desencadenar acidez digestiva.
Sí es cierto que en las personas que padecen reflujo es recomendable evitar ciertos alimentos y sustancias tales como:
1.- Las grasas, el chocolate, la menta, la canela, el ajo, la cebolla y el alcohol, que son capaces de relajar el esfínter esofágico e incrementar el reflujo, por lo que conviene evitar su ingesta.
2.- Los cítricos, zumos de cítricos, café (con y sin cafeína), las especias, las bebidas carbonatadas, frituras de tomate, pimienta y alimentos muy fríos y muy calientes tienen un efecto irritante que puede lesionar el esófago.
El café, por ejemplo, aumenta la secreción acida del estómago e irrita directamente la mucosa del esófago.
3.- Las bebidas alcohólicas también estimulan la secreción ácida y relajan el esfínter esofágico por su contenido en alcohol, con el consecuente paso de los ácidos digestivos hacia el esófago.
4.- Se deben evitar comidas copiosas, puesto que aumentan la distensión gástrica, originando el reflujo al finalizar la toma de alimento.
De igual manera, en las personas que padecen acidez digestiva o, lo que es lo mismo, reflujo gastroesofágico, algunos nutrientes, como los hidratos y las proteínas, contrarrestan la acidez estomacal y estimulan la secreción de gastrina, hormona que regula la secreción de ácidos en el estómago y que estimula la movilidad intestinal.
Por todo ello, resulta recomendable aumentar su consumo procurando, al mismo tiempo, disminuir la ingesta de grasa.
Hacer cinco comidas al día y reducir el estrés
La ingesta de alimentos a media mañana y a media tarde, como una tostada, un lácteo desnatado o una pieza de fruta que no sea cítrico, también neutraliza el ácido gástrico.
Es importante, por tanto, realizar cinco comidas no demasiado abundantes e irnos a la cama por lo menos dos horas después de la última toma para evitar el reflujo.
La acidez gástrica no es una enfermedad grave, pero sí muy incómoda, y puede dificultar la realización de actividades cotidianas y convertirse en una pesadilla para quien la padece.
El estrés y un ritmo de vida acelerado también son causas potenciales, por lo que es importante acudir a un médico especializado, seguir una vida sana, una correcta alimentación y ejercicio físico moderado.
La toma de antiácidos o protectores gástricos puede resultar de gran ayuda. Eso sí, siempre descartando que no exista otra patología subyacente y con prescripción médica.