Todo lo que debes saber acerca de la dieta macrobiótica
¿Cuál es su origen?
En primer lugar, la palabra “macrobiótica” proviene del griego y significa “larga vida”. La dieta y su filosofía fueron llevadas a cabo por un investigador japonés llamado George Ohsawa, quien llevó sus enseñanzas acerca de esta dieta a América durante los años 50.
Según Ohsawa, con el seguimiento de este tipo de alimentación se consigue armonizar el organismo, consiguiendo primero el equilibrio físico para llegar a la plenitud mental y alcanzando, de esta manera, un entendimiento más claro y una mayor percepción de la realidad.
Es por todo ello que es criticada por muchos científicos occidentales, criticando que carece de cualquier fundamento científico. Ejemplo de ello es la crítica de la American Medical Association.
Principios de la alimentación macrobiótica
La dieta básicamente se distribuye en diez etapas progresivamente restrictivas, yendo desde la primera, en la que se permite una pequeña cantidad de proteína animal, hasta la última etapa, en la que sólo se ingiere arroz integral y agua.
Es de esta última sobre la que se desaconseja su seguimiento, a no ser que sea a corto plazo y siempre bajo control de un profesional experimentado.
Los alimentos recomendados y permitidos están basados en el principio del ying y el yang, según el cual todo está equilibrado por la presencia de dos fuerzas opuestas y complementarias.
Distribución de los alimentos en la dieta macrobiótica
Según este principio, la distribución de la alimentación es la siguiente:
1-. Los cereales enteros constituyen el 50-60% de cada comida. Hasta ahí bien, puesto que la recomendación coincide con la dieta mediterránea y hace hincapié en el consumo de cereales integrales como el arroz integral, trigo entero, mijo, cebada y centeno, en perjuicio de los refinados.
2-. Sopa, de una a dos tazas al día, fundamentalmente de mijo o de soja.
3-. La verdura constituye de un 25 a un 30% de la ingesta diaria de alimentos. Se puede consumir cruda o cocinada.
4-. Las leguminosas constituyen un 10% de la dieta. Por ahí también vamos bien, puesto que su consumo en los países occidentales cada vez es más pobre.
5-. Permite una pequeña cantidad de pescado por semana. La carne, derivados, huevos y productos lácteos deben ser eliminados. Esto recuerda a la alimentación típicamente vegana, como puedes ver en mi artículo “Pros y contras de las dietas veganas”.
6-. Se recomienda el consumo de fruta local como las manzanas, peras y melocotones. Eso sí, hay que evitar el consumo de la fruta tropical como el mango, la piña y la papaya.
A esta distinción entre frutas no le encuentro el sentido, pues todas tienen propiedades beneficiosas y su exclusión debería estar limitada.
7-. Los postres se deben tomar con mucha moderación, evitando los dulces, el azúcar, la miel y el chocolate.
Es cierto que se debe reducir la ingesta de azúcares simples, pero no eliminarlos, puesto que está demostrado que su consumo moderado es necesario para el funcionamiento de músculos como el cerebro.
8-. Por último, y a esto sí que no le encuentro el sentido, el aceite que se utiliza para cocinar es el aceite vegetal no refinado, eliminando el recomendado aceite de oliva, cuyos beneficios podéis recordar en el artículo “Beneficios del aceite de oliva”.
¿Qué consecuencias conlleva esta dieta?
En primer lugar hay que darle la razón al promover el consumo de cereales integrales, legumbres y verduras, convirtiéndose en una dieta baja en grasas y rica en fibra, por lo que es un ejemplo a seguir en la prevención y tratamiento de muchas enfermedades crónicas entre las que se incluyen la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, muy relacionadas con los malos hábitos alimenticios.
Ahora bien, el dicho de que la dieta macrobiótica ayuda a curar el cáncer no es cierto y carece, una vez más, de fundamento científico.
Puede ayudar a su prevención en combinación siempre de más factores, pero no es una medicina para frenar esta enfermedad.
Sus restricciones en proteínas de origen animal y lácteos pueden conllevar un déficit, al igual que las dietas estrictamente veganas, en vitamina B12, hierro, magnesio, calcio y vitamina D, nutrientes que en determinadas etapas de la vida son esenciales para el desarrollo.
También es cierto que, aunque algunos defienden que se puede comer lo que se quiera, sus restricciones son bastante amplias; la gente, cuando sigue este tipo de alimentación, puede sufrir un desequilibro a nivel emocional y psíquico.
Vosotros lo sabéis: las prohibiciones en la alimentación nunca son buenas. Finalizando, espero que haya podido disipar tus dudas acerca de este tipo de alimentación.
Como siempre, recalco que no estoy en contra ni a favor de ningún tipo de dieta, siempre y cuando aporte un balance y un equilibrio al organismo y esté supervisada, claro está, por un profesional de la nutrición.