Cómo discutir (bien) y no morir en el intento

    Cómo discutir (bien) y no morir en el intento © Depositphotos.com/Photography33

    El estilo de las discusiones, la manera en que cada pareja las lleva a cabo, puede marcar la diferencia entre solucionar los problemas cotidianos o arrastrarlos indefinidamente.

    Discutir debería ser un concepto similar al de negociar, pues de otra manera se convierte en un simple “echarse en cara algo”, lo cual no sirve para nada más que para verterle al otro nuestra negatividad.

    Cómo discutir (bien) y no morir en el intento

    Las discusiones son positivas, pues constatan la igualdad entre los dos. Si no se discute nunca nada, suele ser porque hay uno que dirige y otro que asume. Y eso no es sano para nadie.

    Reglas de las discusiones positivas

    Ahora bien, para discutir bien hay que cumplir ciertas reglas de sentido común:

    1.- Evitar hacerlo en caliente

    Es quizás una de las reglas más difíciles de cumplir. Las personas tendemos a discutir cuando nos sentimos dominados por la frustración o la injusticia.

    Esperar a que se pase la oleada de rabia nos ayuda a pensar con la cabeza qué vamos a decir, siendo más justos y menos explosivos.

    2.- Ser concretos

    Si se discute es para pactar algo, no para pasar el rato. Así que hay que intentar concretar lo que queremos del otro.

    “Me gustaría que la próxima vez…”, “no me gusta cuando me dices…”, “al decirme X me he sentido Y, así que te pido que no lo vuelvas a hacer”, etc.

    Pregúntate qué te ha dolido y ponlo en palabras concretas, haciendo referencia a la situación que ha tenido lugar.

    3.- Si os queréis, estáis obligados a tener empatía 

    No hay duda. La capacidad de ponerse en el lugar del otro es un requisito indispensable en las relaciones del siglo XXI.

    Cuando tu pareja te diga lo que le ha dolido y te pida que lo cambies, no dejes que aflore tu orgullo; ponte en su lugar, trata de sentir en tus carnes lo que siente.

    Esta habilidad requiere práctica, así que cuanto antes empieces, mejor para los dos.

    4.- Bájate del pedestal

    Lo acabamos de apuntar: el orgullo es el mayor enemigo del cambio. Le dedicaremos un artículo entero dentro de un par de semanas.

    Por culpa del orgullo tenemos guerras, conflictos y problemas de pareja.

    Una persona orgullosa es aquella que se encastilla en su posición y no es capaz de ser permeable a las opiniones de los demás; es decir, el orgullo anula la empatía, lo cual impide la negociación en las discusiones.

    Así que no lo olvides: una pareja que discute bien es una pareja con futuro.

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