Tres, dos, uno... ¡ACCIÓN!
Dando un paso más, podemos ampliar la división “en los que saben lo que quieren y lo hacen, y en los que saben lo que quieren pero no lo hacen, o lo que es lo mismo, los que se dejan vencer por el miedo y los que, a pesar de él, pasan a la acción”.
Seguro que conoces a alguien que tiene un deseo, un proyecto, algo con lo que sueña desde hace tiempo. Cuando te habla sobre ello se le ilumina la cara: se nota que le apasiona.
Sin embargo, cuando le preguntas por qué no se anima a llevarlo a cabo, el gesto de su rostro se transforma…
Es entonces cuando deja de lado su parte más creativa y pasa a contarte sus “razones”, que bien podemos leer como “excusas”, que se ha repetido una y otra vez para no afrontar el reto de saltar a la piscina.
Si saben lo que quieren, ¿por qué no lo hacen?
Voy a explicarte los motivos más comunes por los que la gente decide seguir esperando.
- Parálisis por análisis. Pensar demasiado. Cuando uno empieza a darle vueltas a las cosas, a buscar no sólo los posibles inconvenientes sino todo lo negativo que le podría ocurrir si se arriesga, cae en la trampa de dejar salir sus creencias limitantes.
Es entonces cuando piensa que no está preparado, que aún no es el momento o que necesita más formación.
Por ejemplo, el caso de esa persona que tiene un currículum académico brillante, que posee másteres y títulos para aburrir, pero sigue pensando que no es suficiente y, en lugar de dar el salto e iniciarse en el mundo laboral, se matricula en otro curso.
- No querer pagar el precio. Las cosas no se consiguen solas. Quien algo quiere, algo le cuesta. Éste suele ser el trasfondo de muchos eternos soñadores.
No es que tengan miedo, sino que no están dispuestos a sacrificar su tiempo, su dinero o su modo de vida por conseguir aquello que quieren.
“Quiero montar un restaurante, pero tendría que trabajar los fines de semana y los festivos”… ¿te suena?
- Miedo al fracaso. ¿Y si no lo consigo? Vivimos en una sociedad que no nos ha enseñado a perder, en la que sólo se premia a quien triunfa.
Nos reímos del que fracasa, cuando nosotros no nos atreveríamos ni tan siquiera a intentarlo.
Las madres sólo cuentan los éxitos de sus hijos, sólo te ascenderán si tu proyecto es el elegido, el mejor jugador del partido es el que marca el gol, etc.
Los que saben lo que quieren y pasan a la acción
Pero también hay otro grupo de personas: los que saben lo que quiere y pasan a la acción. También ellos tienes sus razones y quizás nos convendría más reflexionar sobre ellas.
- Nada que perder. El modelo de mundo ha cambiado, las cosas ya no van a volver a ser como antes. Muchas veces no nos atrevíamos a arriesgar para conseguir nuestra meta porque podíamos perder nuestra estabilidad.
Hoy ese concepto está en desuso, porque ya no tenemos una estabilidad laboral, ni muchas veces económica… inclusos nuestras relaciones personales son cada vez más inestables.
Ése es el impulso de aquellos que piensan que ya no hay nada que perder, sino que está todo por ganar.
- No hay fracaso, solo resultado. De todo se aprende. Cuando uno decide emprender un negocio, empezar una relación o hacer un viaje, pueden pasar muchas cosas y no todas van a ser como esperábamos.
Pero que no obtengamos el resultado que queríamos no significa que hayamos fracasado, simplemente hemos aprendido una forma de no hacerlas.
Se aprende mucho más cuando nos equivocamos que cuando las cosas salen bien. Sólo puedes fracasar si no lo intentas.
- Ser feliz es hacer lo que te gusta. Cuando sabes lo que quieres tienes que elegir entre ser valiente e intentarlo a pesar del miedo, o conformarte y vivir en una eterna incomodidad.
Puede que pagues un alto precio, pero nada te hará más feliz que trabajar para conseguir aquello que deseas. Pase lo que pase en el camino, siempre merecerá la pena haber pasado a la acción.