Ser congruente, garantía de bienestar

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    El psicólogo estadounidense Carl Rogers hablaba de la congruencia como una de las características principales que han de tener quienes se dedican a promover el crecimiento de las personas.

    Utilizaba el término “incongruencia” para hablar de los sentimientos de insatisfacción y tristeza causados por no vivir la vida que realmente deseamos.

    Ser congruente, garantía de bienestar

    Ser congruente significa ser fiel a uno mismo y mantener una relación lógica y coherente entre lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos.

    Algo que, en principio, puede resultar tan obvio, es a menudo nuestra principal fuente de conflictos internos.

    ¿Cuántas veces has dicho algo que realmente no sentías? ¿Cuántas veces has hecho algo por otra persona que en realidad no iba contigo? ¿Cómo te has sentido después?

    Éstas son situaciones incomodas del día a día que causan malestar, y aun así son muchas las personas que optan por sentir esa sensación, porque… ¿Qué pasaría si dices lo que realmente sientes? ¿Qué pasaría si haces lo que realmente quieres?

    Ser congruente supone un esfuerzo: si para mí, por ejemplo, es importante bajar de peso, tengo que elegir comer ensalada en lugar de comer paella.

    Si no me apetece ir a un cumpleaños, a una cena o a una fiesta, tengo que decir que no quiero ir y no inventar una excusa. La persona que es congruente no se contradice ni se justifica.

    Simplemente dice y hace aquello que piensa de una manera asertiva sin perjudicar a los demás y sin perderse de vista a sí mismo.

    Ser congruente es vivir acorde a tu escala de valores

    Si sabes quién eres y qué es lo que quieres, sabrás que estás siendo congruente cuando camines en la dirección que te acerca a tu objetivo.

    ¿El trabajo que realizas está alineado con lo que eres? ¿O sientes que ése no es tu sitio pero sigues ahí? ¿Eres feliz con tu pareja y estás viviendo el tipo de relación que quieres o te conformas aunque sientes que ya no es lo que deseas?

    Estas incongruencias de un nivel más profundo son las que identificaba Rogers con infelicidad y depresión.

    La falta de coherencia en nuestra vida genera desconfianza e inseguridad con uno mismo y con los demás, y es la chispa que enciende el gran incendio en nuestro interior.

    La congruencia es un factor clave en cualquier ámbito, pero sobre todo en la educación de los hijos; aquello de “tú haz lo que yo diga y no lo que yo haga” es el mayor error que un padre puede cometer.

    Por si tienes hijos y todavía no te has dado cuenta, te diré una cosa: los niños oyen con los ojos. Si quieres que tu hijo aprenda el valor de una vida sana, practica deporte con él y deja de fumar.

    Si quieres que tu hijo hable bien, cuida tu vocabulario y vigila tu tono de voz. Si quieres que tu hijo sea responsable, ocúpate de las cosas que están bajo tu responsabilidad.

    No pierdas el tiempo con largas explicaciones de cómo tiene que hacer las cosas; predica con el ejemplo, y recuerda que tú eres su modelo. Si quieres que tu hijo sea feliz, sé feliz.

    Ése es el mejor ejemplo de congruencia que le puedes dar.

    Desarrolla una mayor congruencia

    Por desgracia, estamos tan acostumbrados a convivir con la incongruencia que no somos conscientes de hasta qué punto nos afecta.

    Los políticos mienten constantemente prometiendo cosas que luego no hacen; las parejas se reprochan cosas en lugar de decir que necesitan pasar más tiempo juntos; los amigos critican las ausencias en lugar de decir que se echan de menos.

    Cuando uno miente, pone una excusa o se justifica, el cuerpo le delata; tal vez desde fuera no se den cuenta, pero tu cuerpo se manifiesta y te recuerda con su malestar que estás siendo incoherente contigo mismo.

    Para desarrollar una mayor congruencia en nuestra vida nos conviene aprender a conocernos mejor y saber cuáles son nuestros sentimientos y nuestros objetivos, para así empezar a actuar en función de todo esto.

    Es cierto que no somos lo que hacemos, pero lo que hacemos nos identifica. Y cuando uno no se identifica con aquello que hace difícilmente se puede identificar con aquello que es.

    Ser congruente es siempre una garantía de bienestar. Si haces lo que sientes y dices lo que piensas vas a sentirte muy bien: ¿por qué no lo pruebas?

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    ¡Compartir es vivir!

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