Diálogo interno: conversaciones contigo mismo
A lo largo del día te pasas mucho tiempo hablando contigo mismo, y el resultado de esas conversaciones tiene un gran impacto en lo que haces y en cómo te sientes. Por ello es el momento de analizar cómo es tu diálogo interno: ¿potenciador o limitante?
En muchos casos se trata de un diálogo interno limitante, bien sea por su contenido (las cosas que nos decimos) o por el momento en que éste se activa (no podemos escucharnos y escuchar a otros al mismo tiempo).
Pensamientos como: “yo no voy a poder hacer eso”, “soy un inútil”, “menuda cara que tengo hoy”, “eso es muy difícil”, “yo no soy como él”, “no les va a gustar”… Éstas y otras miles de afirmaciones negativas que nos decimos son las responsables de que las cosas no nos salgan como queremos, y lo más grave es que nuestra autoestima vive rozando el suelo.
Párate a pensar: ¿Cómo te hablas? ¿Cómo te tratas a ti mismo? Hay personas que se auto-maltratan diariamente mediante su diálogo interno y ni siquiera son conscientes de ello. ¿Permitirías que otros te dijeran lo que te dices tú?
Detectar los pensamientos limitantes
El problema de estos mensajes es que se producen de forma automática, y la repetición hace que te los creas. Por eso es importante que aprendas a detectarlos.
Si dejas que tus pensamientos funcionen en piloto automático tenderán al negativismo y al pesimismo porque es la programación más habitual que hemos registrado durante nuestra infancia.
Una vez seas consciente de las cosas que te dices podrás optar a cambiarlas si quieres conseguir resultados distintos.
Si aprendes a dominar tu diálogo interno convertirás a tu mente en tu mejor aliada para alcanzar el éxito en todo lo que te propongas.
Esto no es fácil: requiere, como todo, buen entrenamiento, altas dosis de voluntad y disciplina, pero sabiendo cual será el resultado bien merece la pena el esfuerzo… ¿no crees?
Para controlar tu diálogo interno lo primero que tienes que hacer es tomar conciencia de él, observarlo. Está atento durante la mayor cantidad de tiempo posible para detectar las palabras que utilizas cuando interactúas contigo mismo.
Si puedes, escríbelas. Haciendo un autoanálisis sabrás si te hablas de manera positiva o negativa, si eres optimista ante las situaciones que tienes que afrontar, si te castigas o te machacas cuando cometes un error, si te alabas o premias con elogios cuando consigues tus objetivos, y a partir de ahí decidir qué cosas te conviene cambiar.
Empieza a hablarte en positivo
Una vez has averiguado cuáles son esos mensajes, llega el momento de retarlos, de reemplazarlos por otros más potenciadores.Para ello tienes que empezar a hablarte en positivo y poner la atención en lo que tienes en lugar de en lo que te falta.
Haz el esfuerzo de intentar reformular tus palabras: en lugar de “ya la he fastidiado otra vez” intenta con algo como “no me ha salido como quería: ¿de qué otra forma lo puedo hacer?”.
Y, por último, recuerda que todo es cuestión de práctica. Cada vez que te escuches decirte algo que no te gusta, párate un segundo a pensar cómo podrías decirlo para que te haga sentir bien.
Tienes la oportunidad de practicarlo miles de veces al día; tantas como veces hablas contigo mismo.
Al principio te resultará complicado, pero puedes facilitarte el proceso si empiezas a relacionarte con personas que hablan y piensan en positivo la mayor parte del tiempo, si asistes a conferencias o charlas de personas que promulgan nuevas ideas, si empiezas a leer libros que hablen de crecimiento personal y dedicas unos minutos al día a estar contigo mismo y escucharte.
Recuerda que de cómo te hables dependerá cómo te sientas, de cómo te sientas dependerá lo que haces y de las cosas que haces depende tu felicidad.