Mi hijo tiene miedo, ¿cómo puedo ayudarle?

    Mi hijo tiene miedo, ¿cómo puedo ayudarle? © Depositphotos.com/Lauralis

    Cuando el miedo llama a la puerta, nunca entra solo; siempre lleva consigo inseguridades infundadas a través de la experimentación de vivencias previas.

    Identificarlas y vetarles la entrada es posible: ¿Te animas?

    Mi hijo tiene miedo, ¿cómo puedo ayudarle?

    El término “miedo”, simplemente por su nomenclatura, lleva ya a sensaciones de angustia, temor, incertidumbre por lo desconocido o cierta desconfianza por el futuro más o menos lejano.

    Pero la palabra en sí no es la causante de dichas emociones desagradables e intensas que podemos percibir y sentir en nuestro quehacer diario.

    El miedo no es más que un aprendizaje que se ha ido retroalimentando por el paso de los años y cuyo causante, en muchas ocasiones, es la sobreprotección de los padres hacia sus hijos, así como la creencia de que evitando la frustración y el afán de maquillarles la realidad hará de ellos personas mucho más felices y sanas emocionalmente. ¿No es ésa la meta a los que todos aspiramos?

    Pero creedme si os digo que, para llegar ahí, debemos seguir el camino opuesto.

    Confianza para expresar sus temores

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    Continuando con la base de que el miedo es un aprendizaje, partiremos de un clima basado en la confianza necesaria para que nuestro hijo exprese sus temores y creencias, alcanzando así la comunicación y la seguridad necesarias para poder avanzar hacia un pleno crecimiento y desarrollo personal.

    Paralelo a esta labor, fomentaremos la experimentación directa por parte de nuestro hijo, para que sea él quien viva en primera persona el nivel de limitación o peligro que una actividad implica.

    Por ejemplo, el niño entenderá que subir en patines implica un riesgo (caerse) cuando descubra en su propia piel que un movimiento inadecuado ha precipitado el tropiezo y, con ello, la caída.

    Seguidamente, desdramatizaremos dicha “caída” o la frustración que puede llevar consigo. Caerse, tropezarse… es humano; volverlo a intentar nos hace más fuertes.

    ¿Cuál es mi función como adulto?

    A medida que tu hijo crece va necesitando una mayor autonomía, necesaria para mejorar en autoestima, autoconcepto y autocontrol personal.

    Por tanto, ante un niño de educación infantil, la figura del adulto será la de orientar y guiar en aquellas acciones que el niño quiera llevar a cabo, siempre dejando que sea él quien pruebe y experimente, no el adulto en su lugar.

    Algo parecido sucede cuando nos empeñamos en no contarles las cosas porque “no las va a entender” o para protegerle.

    Querer proteger a tu hijo es lo más normal del mundo. Él es el tesoro más valioso de la casa y, como bien decimos, seguramente también el más pequeño. Pero no por ser el más pequeño no lo va a entender.

    La capacidad de comprensión del niño es superior a la que podemos llegar a imaginar. Podemos hablarle de cualquier tema: de hecho, si así nos lo pide o si lo consideramos oportuno, debemos hacerlo. La clave no es más que utilizar para ello un lenguaje claro, sencillo, verídico y breve, adaptado a su edad.

    Si estás pasando por una separación de pareja, el fallecimiento de un familiar, el nacimiento de un nuevo hermanito para él, etc. y se lo ocultas por no saber cómo enfrentarte a ello, no dudes en hablarlo con tu hijo. Te sorprenderá su reacción y su capacidad de comprensión.

    Recuerda que el miedo moderado como evitación de peligro es normal e incluso, en ocasiones, necesario. Pero debemos ponerle una barrera y dejar rienda suelta a la imaginación y creatividad del niño, haciendo que sea él el verdadero didacta de su vida.

    Todo aquello que experimente directamente hará de él una persona segura, creativa y feliz.

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