Manuel Fernández Antón

Psicólogo y sexólogo

Hola, mi nombre es Manuel Fernández Antón y este es el espacio en el que encontrarás todos mis artículos sobre la pareja, los hijos y la sexualidad. Espero que te sean de ayuda y que te resulten interesantes.

Aprovecho para animarte a que participes activamente comentando en los artículos todo aquellas dudas o cuestiones que desees.

Puedes contactar conmigo a través de mi página web.

Me encantará comunicarme contigo. Un saludo

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Un día tu hijo, menor de edad, te plantea que quiere agujerearse el cuerpo con un piercing o dibujar en él algo de por vida con un tatuaje.

Lo dice firmemente convencido. Nada le va a disuadir de su deseo; sus amigos también lo hacen y él no va a ser menos. ¿Cómo actuar?

El estilo de las discusiones, la manera en que cada pareja las lleva a cabo, puede marcar la diferencia entre solucionar los problemas cotidianos o arrastrarlos indefinidamente.

Discutir debería ser un concepto similar al de negociar, pues de otra manera se convierte en un simple “echarse en cara algo”, lo cual no sirve para nada más que para verterle al otro nuestra negatividad.

A medida que transcurre el tiempo las relaciones de pareja atraviesan por múltiples periodos, algunos más felices que otros.

Junto al devenir del día a día, el propio tiempo también supone otro elemento de desgaste para las relaciones.

La rutina y la monotonía constituyen dos de los enemigos más silenciosos y al mismo tiempo letales de las relaciones de pareja.

Todos estaríamos de acuerdo al afirmar que alguien que mantiene una relación de pareja y se acuesta con otra persona está siendo infiel.

Pero ¿y si el susodicho está haciendo el amor con su pareja y a la vez pensando en otra persona? No es una infidelidad carnal, pero ¿lo consideraríamos infidelidad “mental”? ¿Qué opinión te merece este asunto?

Éste es un buen debate que te animo a iniciar interiormente.

Como sabrás gracias al empacho de información sexual al que se somete al lector actual, el órgano sexual más importante es el cerebro y no los genitales, como se podría suponer a primera vista.

Si nuestro cerebro no está dónde tiene que estar, la sexualidad se desnaturaliza, llegando incluso a bloquearse.

Muchas disfunciones sexuales tienen su origen en un sinfín de conflictos mentales.

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