Tolerancia: el reto se repite Destacado

    Tolerancia: el reto se repite © Depositphotos.com/Gregorylee

    Tolerancia: el reto se repite

    Cuentan que en el siglo XVI se habló por primera vez de “tolerar a los equivocados en cuestiones de fe”. Y aquí estamos, en el siglo XXI…

    Lo bueno de los valores es que los puedes entrenar cada día y en diferentes entornos.

    “Todo el mundo encuentra bello lo que es suyo”.
    Cicerón, filósofo romano.

    En EPDH ya llevamos siete meses trabajando los valores. Como no sabemos cómo va ese entrenamiento, si has cogido el hábito, si tienes “agujetas”, si se te resiste alguno o si has colgado el cartel de vacaciones… aquí te dejamos todos los que llevamos:

    - El respeto, una moneda de ida y vuelta. #EneroRESPETO

    Cooperar sí, pero respetando las reglas del juego. #FebreroCOOPERACIÓN

    - El diálogo como base de las buenas relaciones. #MarzoDIALOGO

    - En la vida hay que ser humilde. #AbrilHUMILDAD

    - La paciencia en un mundo impaciente. #MayoPACIENCIA

    Sinceridad: el valor de la convivencia. #JunioSINCERIDAD

    Responsable o irresponsable, llega un momento en que tú eliges. #JulioRESPONSABILIDAD

    En cuestión de valores nunca hay vacaciones, así que este mes la tolerancia será nuestra compañera de viaje.

    Igual que te tiras a la piscina con el traje de baño puesto, lleva siempre contigo tu capacidad para ser tolerante.

    El concepto “tolerancia” nace del latín “tolerare”. La tolerancia implica ese nivel de respeto, aprobación, consideración de todo aquello que no coincide con nuestros valores, ideas, opiniones o nuestra moral.

    La intolerancia no va a hacer que las cosas cambien. Van a estar quieras o no. Pero sí te impide sentirte en armonía contigo mismo y los demás. Las emociones negativas fruto de la intolerancia te alejan de los beneficios de la apertura mental y de las personas.

    Conocernos a través del otro

    Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO, dijo en una ocasión: “Desde hoy, en la conciencia y el comportamiento de todos nosotros, la tolerancia ha de entenderse en su sentido fuerte: no se trata sólo de la aceptación del otro en su diferencia, sino de la orientación hacia el otro para conocerlo mejor y para que cada uno se conozca mejor a través del otro, para compartir con él, para ofrecerle el gesto de la fraternidad y de la compasión para que los valores universales, que nos pertenecen a todos, se enriquezcan con la especificidad preciosa de cada cultura y de cada lengua, y con la irreemplazable creatividad de cada persona”.

    Sin duda, sabias palabras que cuesta poner en práctica, siendo noticia día tras día en los medios de comunicación la intolerancia.

    La tolerancia implica varios entornos. En su diferencia está la riqueza, y no el peligro como se cree: personal, familiar, escolar, laboral y social (religión, política, deportes…).

    Y en ellos hay ideas, decisiones, gustos, preferencias sexuales, conductas y prácticas que ponen a prueba nuestra tolerancia, fomentando también en los más pequeños modelos que interiorizarán y pondrán en práctica en estos entornos.

    Si te sientes identificado con conductas tales como criticar, insultar, chillar, amenazar, agredir, imponer, abusar de la autoridad, no escuchar, anular, mostrar indiferencia o menospreciar, es el momento de plantearte este entrenamiento.

    Estas conductas no son propias de las personas que se respetan y que empatizan. Sin respeto, asertividad, comprensión, sensibilidad y empatía no se puede ser tolerante.

    El ser humano es capaz de matar a uno de su misma especie por no tolerar algo. Y no tiene por qué ser un desconocido. A menudo la intolerancia brota en el mismo hogar de padres a hijos. Como esos hijos que se “descarrilan” del plan que sus padres habían trazado para ellos.

    ¿Por qué somos intolerantes?

    Si pensamos las razones por las que las personas son intolerantes nos encontramos con las siguientes:

    - Creencias y valores arraigados desde la infancia.

    - Incultura y falta de formación.

    - Inseguridades y debilidades.

    - Sentimientos de inferioridad o creerse más que nadie.

    - Pensamientos absolutistas basados en el todo o nada, bueno o malo, blanco o negro en los que no caben escalas de grises.

    - Juicios de valor.

    - Experiencias con las que generalizamos y prejuzgamos.

    Los prejuicios entrenan a la mente para ser rígida e intolerante. Y, sin quererlo, todos los tenemos. En mayor o menor medida, con mala intención o sin ella.

    ¿Cuáles son tus prejuicios?

    Valores-Valor-de-la-tolerancia

    Par averiguar qué prejuicios tienes, completa estas frases:

    - Los del sur son………..……………..

    - Las rubias son……..………………….

    - Los………………son unos tacaños.

    - Los………………..son impuntuales.

    Y hay muchas más frases que seguro que conoces.

    Pero no todas las personas responden a estas generalidades, a pesar de que sí los metemos en el mismo saco. Lo triste es que a priori ya estás condicionado y juegas con desventaja.

    Existe menos interés, capacidad de escucha y oportunidades. Juzgar es la conducta fácil, el síntoma de debilidad e inseguridad, el comodín.

    Si quieres ser tolerante, te dejamos diez puntos que tienes que tener en cuenta:

    1-. Escucha para entender y no para contestar.

    2-. Esfuérzate por conocer las circunstancias del otro: ponte en su lugar.

    3-. No te adelantes ni prejuzgues. Ni eres juez, ni la vida es un juicio.

    4-. Expresa tus argumentos con el objetivo de completar y no de ganar.

    5-. No insultes, amenaces, deprecies, o agredas. Es la forma fácil que deja al descubierto tu debilidad mental y falta de inteligencia emocional.

    6-. Busca y reflexiona los porqués de tus desacuerdos. No te quedes en la forma ni en la superficie.

    7-. No rías las gracias de los demás o permanezcas en silencio. Así refuerzas la actitud incorrecta de los demás y te haces, tú mismo, partícipe de ello.

    8-. No discrimines: respeta los derechos de todos y fomenta la igualdad.

    9-. Pregunta con respeto, cuidando las formas. Mostrar curiosidad, que no cotilleo, acerca a las personas.

    10-. Olvida pensar en formato de “todo o nada”. Nadie tiene la razón de forma absoluta, y tú tampoco.

    Saber tolerar promueve el entendimiento, lo que permite una convivencia más sana y enriquecedora. En la vida todos aprendemos de todos.

    Aquí se demuestra ese famoso dicho “el que ríe el último ríe mejor”. Ojalá que si se trata de reírnos nos riamos juntos y no de las personas que nos rodean.

    “Conversar con todo el mundo. No temer el contagio de los adversos. Ningún conflicto es un túnel cerrado y la luz del entendimiento puede entrar por los dos extremos”. Pablo Neruda.

    Patricia Ramirez Psicologa del Deporte y de la SaludYolanda-Cuevas-Psicologa-del-deporte-y-salud

    ¡Compártelo si te ha gustado!

     

    Como-vencer-el-desamor

     

    MAS ARTÍCULOS SOBRE VALORES

    Go to top