Lo que entregas va a condicionar el valor. Enseguida se relaciona ser generoso con dar dinero o algo material, y si te sobra, con más razón. Qué fácil es dar así aunque no todos lo hagan, y que difícil y valioso es cuando das lo que necesitas…
Acordarse de Santa Bárbara cuando truena no implica tener el valor o el hábito de ser generoso. Sí, es cierto que más vale poco que nada, y sobre todo cuando las necesidades básicas no están cubiertas y dependen de pequeños gestos de millones de personas. Así subsisten ongs, asociaciones, etc., repletas de personas, voluntarias en su mayoría, que con esfuerzo, dedicación y sacrificio, donativos y socios trabajan por una vida mejor. Sin estos gestos generosos no serían viables en su mayoría.
La generosidad disfruta de las felicidades ajenas, como si fuera responsable de ellas.
Conde de Lautréamont
Ser generoso va más allá de la pobreza, de los desastres naturales, de fechas especiales. La generosidad puede entrenarse y educarse en nuestro día a día y con personas cercanas que conviven con nuestro mundo laboral, social y personal. Porque hay muchas formas de ser generoso con todos los que nos rodean promoviendo un mejor entorno.
Se puede ser generoso ofreciendo tu tiempo, una de las riquezas que nunca vuelve. Tiempo para dedicar a un amigo que necesita ser escuchado, aconsejado o acompañado. Tiempo a un compañero de trabajo al final de la jornada para que no se le hagan las tantas. Tiempo para escuchar a un hijo y sus batallas. Tiempo dedicado a familiares que están solos o que tienen dificultades para relacionarse. Tiempo que dedicas a hacer la compra a tus vecinos. Tiempo que dedicas a escuchar las aventuras de los nietos de la señora que llevas al lado en el tranvía.
Como no tenemos nada más precioso que el tiempo, no hay mayor generosidad que perderlo sin tenerlo en cuenta.
Marcel Jounhandeau
Se puede ser generoso con los gestos. Hay miradas, sonrisas, guiños, saludos… que así lo transmiten y así se reciben, con generosidad.
Se puede ser generoso cuando ofreces tus espacios personales, como tu casa, o profesionales. Con ello estás dando algo apreciado y lleno de emociones. Así que cuida esa confianza que se deposita cuando lo hacen contigo. En ocasiones las personas confunden que alguien sea generoso con ser tonto, aprovecharse, sacar tajada. Cuando las malas intenciones rondan por esa cabeza…malo.
Se puede ser generoso con las palabras. Un tono adecuado, una conversación amable y sincera, una alabanza o reconocimiento a una conducta o a un trabajo.
La generosidad no es siempre algo material y es más, cada persona necesita un tipo de generosidad. Saber dar lo que otro necesita sin pedirlo nos hace más humanos.
La generosidad no puede ser algo “caro” y reservado a las grandes ocasiones.
Cuando se da de lo poco que se tiene es cuando se da de verdad.
Marc Levy
Cuanto más empático, más generoso. Ponerse en el lugar de la otra persona, qué puede estar sintiendo, pensando, sus preocupaciones, qué haría yo en su lugar, cómo me sentiría… permiten que la generosidad aflore. En definitiva, la empatía es un abono para que germinen muchos valores.
Cuando uno decide ser generoso es importante reflexionar sobre las consecuencias. No consiste en hacerlo sin más. Esto permite que las emociones que se generan construyan la base para que se repita. Por otro lado los niños observan y la generosidad se acaba contagiando.
Ser generoso te permite, te ayuda y te enseña a:
1.- Dar el valor justo a las cosas. Apegarse a lo material como fuente de felicidad es la mayor de las infelicidades.
2.- Valorar lo que se tiene y no darlo por hecho o considerarlo un derecho. Cada día vemos que no todos los seres humanos, según donde viven, tienen las mismas posibilidades como “pistoletazo de salida”.
3.- Pensar en los demás y mirar hacia fuera. Tener apertura y descentrarte de tu “mundo”. Tus problemas no son lo único ni lo peor. Hay vida más allá de la tuya, hay muchas películas no “la película”.
4.- Ser agradecido y solidario. Vivir conectado con el mundo y las necesidades de todos.
5.- Enseñar a ser generoso a los demás sean niños o adultos.
6.- Mantener las relaciones personales y laborales.
7.- Vivir sin rencores. Perdonar es de los mayores actos de generosidad que se pueden realizar y para el que se necesita seguridad interior. Se puede recordar sin dolor y eso te permite avanzar sin peso. ¡Cuánto más se disfrutaría de la pareja si se fuera más generoso!
No eres generoso:
1.- Cuando solo piensas en ti mismo.
2.- Piensas más en recibir que en dar.
3.- Cuando das para recibir o esperando algo a cambio.
4.- Cuando lo haces para quedar bien o crearte una imagen.
5.- Cuando colmas deseos y caprichos de los demás.
6.- Te excusas en que tú no puedes cambiar el mundo y que lo hagan los demás.
7.- Pides dinero a cambio de realizar un favor.
Ser generoso es una de las virtudes más puras y nobles del ser humano. Entrénala y disfrútala tú, y los tuyos y el mundo lo agradecerán.
La Navidad es una fecha que ablanda corazones y en la que la generosidad aumenta. Esperemos que las rebajas sean solo para lo material y no para los valores.