Reivindicando el valor del esfuerzo Destacado

    Reivindicando el esfuerzo © Depositphotos.com/DragonImages

    Reivindicando el valor del esfuerzo

    Nuestra vida necesita del esfuerzo. Si estás aquí leyendo este artículo es gracias al esfuerzo que estás empezando a hacer, y si llegas al final significa que te has esforzado y que no perteneces al grupo de los “lectores por encima”, que quieren enterarse de todo a golpe de vista.

    Tu propia concepción, tu crecimiento, tu nacimiento… fueron gracias a diferentes esfuerzos. Es más: sin esfuerzo, no hay vida. Sin él no hay nada ni en el presente ni en el futuro.

     

    La satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro. El esfuerzo total es una victoria completa.
    Mahatma Gandhi.

     

    El valor del esfuerzo

    El juego de la vida no funciona como el juego de la oca. No es de suerte en suerte y tiro porque me toca. Es de esfuerzo en esfuerzo y adelante.

    Y ya que el esfuerzo es tan importante tanto para nosotros como para la convivencia, cuanto antes nos familiaricemos y acortemos distancias con él, mejor.

    La experiencia nos demuestra que con esfuerzo todo funciona, fluye y se lleva mejor. Equipos de trabajo, relaciones de pareja, la convivencia y las amistades son ejemplos de ello. Al final, si todo lo asume uno, la cuerda se rompe.

    La capacidad de esfuerzo se consigue entrenándola. Cuanto más te esfuerzas, más desarrollas esta capacidad y así el próximo objetivo te cuesta menos. Al final, lo que fue un punto débil puede convertirse en una fortaleza.

    Cuando una persona no tiene entrenada esta capacidad siempre encuentra excusas o posterga la obligación. Y esto puede acabar mal.

    No es extraño oír a padres que se quejan de la poca capacidad de esfuerzo que tienen sus hijos. Si analizamos ciertas conductas llegaremos al origen del error y entenderemos ciertos comportamientos de adolescentes y jóvenes que luego tendrán la responsabilidad de tomar decisiones importantes en el mundo.

    La famosa frase “quita, que acabo yo antes” representa a los padres que prefieren recoger los juguetes porque lo hacen antes y mejor.

     

    Lo único que importa es el esfuerzo.
    Antoine de Saint-Exupéry

     

    Padres que hacen las mochilas de los libros, que meten la ropa en el armario, que deciden cuándo hay que lavar y llevan ellos la ropa, que prefieren bañar a sus hijos para asegurarse de que se hace correctamente, que cuando hacen un dibujo hacen una fiesta sin animar a que lo mejoren, que no permiten que limpien algo porque no lo dejarán como ellos quieren, que piden por sus hijos porque son tímidos, que resuelven los problemas con niños del parque…

    Esos comportamientos son modelos de “educación” que no educan en los valores que se desea y necesita la sociedad. Esos padres incapacitan a sus hijos y les educan en la vida fácil y cómoda. Resultado: “No sé qué es el esfuerzo, ¿qué es eso que me piden ahora?”. Personas que se frustran cuando no consiguen sus propósitos.

    Los padres quieren que las cosas salgan a la primera y se obedezca de forma inmediata, impidiendo así el esfuerzo y la constancia.

    No se fomentan la reflexión, la mejora, la evaluación, la dedicación y la fuerza de voluntad como base de todo lo que queramos conseguir.

     

    También hay que sembrar después de una mala cosecha.
    Séneca

     

    El bueno, bonito y barato no sirve para todo

    El mundo trabaja para hacernos la vida más fácil y cómoda. Son varios los inventos que han aparecido para ahorrar tiempo y ganar comodidad, desde los mandos a distancia hasta comprar por internet y que te lo traigan a tu casa.

    Esforzarse no está de moda, pero si no educamos a los niños en que sin esfuerzo ni se consiguen ni se mantienen los trabajos, los negocios, las relaciones, las parejas, las amistades… la frustración y la infelicidad están aseguradas. La clave es hacerlo con el ejemplo y la coherencia y no sólo la palabra del sermón.

     

    Todos tenemos sueños. Pero para convertir los sueños en realidad se necesita una gran cantidad de determinación, dedicación, autodisciplina y esfuerzo.
    Jesse Owens.

     

    El bueno, bonito y barato para todo no sirve. Pensar que en casa lo hago a mi manera y fuera ya aprenderán “de mayores” no es la fórmula.

    Una de las responsabilidades de los padres es educar a sus hijos para incorporarse a la sociedad. La sociedad necesita personas no sólo con conocimientos y títulos, sino con valores e inteligencia emocional.

    La frustración y la tristeza que en ocasiones invaden a los niños y no tan niños por no conseguir lo que quieren genera pensamientos de rebeldía e impotencia. Y entonces se considera que la vida no es justa con uno y que las personas han creado un complot en su contra.

    Lo único que hacen esos pensamientos es evadir la responsabilidad personal. Cuanto antes asumamos que hay que currarse las cosas y a las personas si queremos conseguir el objetivo marcado, mejor.

    Deportistas con miles de hora de entrenamiento, músicos unidos a su instrumento, profesiones que exigen formación continua, el aprendizaje de un idioma… ejemplos, referencias, guías de inspiración que ayudan a tener contacto con la realidad y con la idea d que nada se consigue por casualidad. Tomar conciencia de que detrás de un resultado, entre otras cosas, hay mucho esfuerzo.

     

    Es más fácil hacer muchas cosas que hacerlas mucho tiempo.
    Quintiliano

     

    Algunas pautas para cultivar el esfuerzo

    Se necesita esfuerzo físico y mental para conseguir lo que quieres o mantener lo que tienes. Te mostramos unas pautas que te pueden ayudar a no tirar la toalla antes de tiempo:

    - Decide qué quieres mantener o conseguir. Un trabajo, llevarte mejor con la pareja, tener más amigos, perder unos kilos, dejar de fumar, comenzar a hacer deporte, pasar de curso, aprender un idioma, que no se amontone la plancha, mantener la mesa ordenada, manejarte mejor en lago relacionado con el trabajo, ser más asertivo, contestar menos y escuchar más… son algunas ideas y todas necesitan esfuerzo. En ocasiones no puedes elegir; las circunstancias son las que te marcan la tarea y tú decides el esfuerzo que quieres dar.

    - Sé realista y no te engañes. Nada se consigue en unos días o semanas. Que tus expectativas no se confundan con tus deseos. En la vida uno se tiene que esforzar sí o sí.

    - Piensa en acciones concretas, y luego escríbelas y planea con opción de revisión. Adelantarle  a tu cerebro las situaciones le aporta margen de maniobra, pues le facilitas el camino, le ordenas. Anota qué necesitas para llevar a cabo tu propósito y ordena las estrategias según importancia y grado de facilidad para llevarlas a cabo y aumentar el compromiso.

    - Anótalas de forma visible. Tenerlas sólo en la mente no es sinónimo de seguridad ni garantía. Alarmas en el móvil y los recordatorios en la agenda sirven para tener presente lo que se quiere conseguir. Postergar sólo empeora las sensaciones de incapacidad y de falta de responsabilidad. Hacer aquello que sabes que te hará sentir mal no es útil.

    - Visualízate haciendo lo que quieres hacer para que tu mente empiece a funcionar en modo “como si…”. De este modo refuerzas tu mente y tu deseo.

    - Paciencia. Piensa en los beneficios que tiene el conseguir lo que te propongas. El esfuerzo necesita tiempo. Juguetea con las emociones que te producirá, cómo lo compartirás y cómo puede influir en tu vida el logro.

    - Comparte y pide ayuda. Si los demás saben lo que quieres conseguir y además les afecta para bien pondrán todo de su parte para facilitarte la tarea.

    - Apóyate en la esperanza y en el optimismo. Sé entusiasta y pon pasión y actitud en lo que te propones. Actúa como si todo fuera según lo previsto. Relativiza, quita importancia al tropiezo y háblate con cariño, con ánimo y alegría. Avanza pensando que al final todo irá bien. El pesimismo es mal compañero de viaje, pues te desvía de tu ruta.

    - No tengas miedo al fracaso y aprende a reinterpretar. Si ante el tropiezo te rindes, nunca conseguirás nada. Analiza el tropiezo y busca el aprendizaje y cómo repercute en lo que quieres conseguir, pero sigue.

    - Cree en ti. Las dudas en uno mismo son las mayores trampas. Si te sientes perdedor, serás y pensarás como un perdedor. El cerebro quiere alertarte de peligros, pero al final eres tú quien decides darle el valor justo.

    Y tú, ¿te esfuerzas o buscas excusas?

     

    El esfuerzo sólo libera plenamente su recompensa después de que una persona se niega a abandonar.
    Napoleón Hill.

     

    Patricia Ramirez Psicologa del Deporte y de la SaludYolanda-Cuevas-Psicologa-del-deporte-y-salud

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