Disfruta del sexo liberándote de pensamientos distorsionados (II)

    Disfruta del sexo liberándote de pensamientos distorsionados (II) © Depositphotos.com/Curaphotography

    ¿Has leído ya “Disfruta del sexo liberándote de pensamientos distorsionados (I)”? Si te quedaste con ganas de conocer más tipos de pensamientos que afectan negativamente a nuestra vida sexual, en este artículo continuamos hablando de ellos y, desde una visión más práctica, planteando posibles formas alternativas de pensar para cambiar el chip.

    ¡No te quedes a medias y sigue leyendo!

    Disfruta del sexo liberándote de pensamientos distorsionados (II) 

    1.- Falacia de justicia: considerar como injusto todo aquello que no coincide con los propios criterios personales de lo que es correcto o deseable. Por ejemplo, una persona piensa sobre su pareja: "Si de verdad me apreciara no me diría eso". ¿Por qué? ¿Que tú no lo dirías significa que nadie debería decirlo? Palabras claves para identificar esta distorsión son: "No hay derecho a...”, "Es injusto que...”, "Si de verdad (…), entonces (…)".

    Alternativas: Dejar de confundir lo que se desea con lo justo. Comprender que nuestra opinión no es la única verdad, lo correcto es relativo. Escuchar los deseos de otros. Preguntarse: “¿Tiene derecho mi pareja a tener una opinión distinta a la mía?” “¿Si las cosas no salen como yo quiero son injustas, o tan solo suceden de manera distinta a como me gustaría?”

    2.- Razonamiento emocional: confundir las emociones sentidas con hechos objetivos, en lugar de reconocerlas como algo personal, y no siempre con una causa determinada.

    Por ejemplo: “si me siento irritad@, es porque algo has hecho para alterarme”. En el terreno sexual y de pareja este tipo de falsos razonamientos son habituales, ya que al pasar mucho tiempo juntos en convivencia se acaban confundiendo las verdaderas causas de nuestro malestar.

    Alternativas: Descubrir el pensamiento automático que acompaña a la emoción y comprobarlo. Preguntarse: “¿Cuándo empecé a sentirme de esta manera?”, “¿Que pensé para sentirme así?”.

    3.-  Falacia de cambio: creer que el bienestar de uno mismo depende de manera exclusiva de los actos de los demás. La persona cree, erróneamente, que para cubrir sus necesidades son los otros quienes han de cambiar primero su conducta.

    Por ejemplo, “sólo podré mejorar mi predisposición hacia el sexo si mi pareja cambia primero su forma de acercarse a mí”. Las palabras claves son: "Sólo si mi pareja cambiara (…), entonces yo podría (…)".

    Alternativas: Comprobar que, aunque siempre es mejor el trabajo conjunto, por sí mismo uno puede dar pasos para mejorar la situación, actúe el otro no. Muchas veces al iniciar el cambio, como rebote, obtenemos el cambio deseado en la otra persona. Preguntarse: “¿por qué pienso que el cambio solamente depende del otro?” “aunque nada cambiase, ¿qué puedo hacer yo para estar mejor?”

    4.- Etiquetas globales: poner un calificativo o etiqueta globalizadora a uno mismo o a los demás, en base a uno o pocos indicios que no justifican la etiqueta por sí solos. Esto produce una visión del mundo y las personas estereotipada e inflexible. Es el efecto de englobar bajo una etiqueta hechos distintos y particulares de modo inadecuado.

    Por ejemplo, adjudicarse “soy un mal amante”.

    Alternativas: Encontrar aspectos que escapen a la etiqueta, ejemplos de situaciones que la contradigan. Buscar ocasiones que sean útiles para poner a prueba la veracidad de esa etiqueta. Dejar de pensar en lo general, y centrarse en hechos y detalles concretos.

    5.- Culpabilidad: atribuir la responsabilidad de los acontecimientos bien totalmente a uno mismo, bien a otros, sin base suficiente y sin tener en cuenta otros factores que contribuyen a los acontecimientos.

    Por ejemplo, Sebas tiene disfunción eréctil y se culpabiliza de no ser capaz de controlar su mente para no perder la erección, se atribuye la responsabilidad de no satisfacer a su pareja.

    Alternativas: Buscar otros motivos o razones que den explicación a la situación, tanto dentro como fuera de uno mismo. En el caso del ejemplo, Sebas podría preguntarse “¿qué contextos me favorecen/dificultan?”, “¿Cómo reacciona mi pareja?”, “¿Qué causas pueden estar influyendo: físicas, biológicas, psicológicas, circunstanciales…?” Y sobre todo, lo más importante: el hecho de culparme, ¿qué problema cambia? Al reflexionar sobre esto, sin duda llegaremos a la conclusión de que culparse tan solo empeora la situación, para uno mismo y para los demás.

    6.- Deberías: hábito de mantener reglas rígidas y exigentes sobre como tienen que suceder las cosas. Cualquier desviación de esas reglas u normas se considera intolerable y conlleva alteración emocional. Algunos psicólogos han considerado que esta distorsión está en la base de la mayoría de los trastornos emocionales.

    Por ejemplo: "Debería tener ganas de sexo con mi mujer todas las noches”.

    Alternativas: Flexibilizar la regla y comprobar qué efecto produce en ti deshacerte de esa rigidez. Pregúntate: “¿por qué creo que esto debe ser así?” “¿qué me impide creer lo contrario?” “¿Quién o qué me lo ha inculcado, y de qué manera?” Hacer conscientes los “deberías” personales que todos tenemos es un gran paso hacia la naturalidad y la tranquilidad con uno mismo: no somos peores personas por no cumplir con esas exigencias absurdas que nos ponemos.

    7.- Tener razón: tendencia a probar de manera frecuente, ante un desacuerdo con otra persona, que el punto de vista de uno es el correcto y el cierto. No importa los argumentos del otro, simplemente se ignoran y no se escuchan. Las palabras claves que denotan esta distorsión son: "Yo llevo razón", "Se que estoy en lo cierto, él está equivocado".

    Alternativas: Dejar de centrarse solo en sí mismo. Escuchar al otro. Preguntarse: “¿Estoy escuchando realmente a mi pareja?” “¿Cuáles son sus necesidades?” “ ¿Puedo aprender algo de su punto de vista, sin prejuzgarlo?” Admite que no eres infalible, que te equivocas igual que tu pareja, e igual que cualquier ser humano. El orgullo es un arma de doble filo.

    8.-  Falacia de recompensa divina: tendencia a no buscar solución a problemas y dificultades actuales suponiendo que la situación mejorará "mágicamente" en el futuro, o uno tendrá una recompensa en el futuro si la deja tal cual está. El efecto suele ser el acumular un gran malestar innecesario y resentimiento.

    Por ejemplo, Marina toleraba que su marido llegara bebido a casa e intentara tener relaciones con ella de forma brusca. Ella se decía: "Si aguanto, el día de mañana se dará cuenta de lo que hago por él”. Sin embargo iba acumulando mucha ira y respondía con malestar, negándole el cariño cuando su pareja se acercaba a ella de buenas maneras.

    Alternativas: Olvida de recompensas futuras idealizadas que probablemente no llegarán (o llegarán demasiado tarde), y céntrate en el presente. ¿Qué deseas hoy? ¿Cómo conseguirlo? ¿Por dónde comenzar a abordar las soluciones?

    No es tarea sencilla, pero, cuando conseguimos identificar nuestros pensamientos distorsionados, el paso más importante ya lo tenemos ganado.

    Y tú, ¿qué errores y distorsiones cometes? ¿Has sabido identificar algunos? No es una pregunta retórica, ¡de verdad puedes comentárnoslo usando la sección de comentarios!

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