Obsesión por el sexo online
José siempre fue un chico con mucho deseo sexual. Como el mismo decía, “tenía ganas de hacerlo a todas horas”.
Inma, por su parte, también disfrutaba en la cama, pero tenía menos deseo que José Alberto y no quería mantener relaciones con su novio en los momentos de disputa y mal ambiente.
Ella era sexualmente vulnerable al clima que reinaba entre ambos.
En esos periodos de sequía sexual, José Alberto se veía arrastrado a un intenso dilema interno: “¿Si voy con otras chicas cuando Inma y yo no estamos juntos le estoy poniendo los cuernos?”.
Su respuesta particular a esta pregunta era que sí, que no era correcto ir con otras chicas pese a haberse distanciado de Inma. Así que empezó a meterse en Internet para ver vídeos sexuales.
El autocontrol, la mejor opción
Al ser un pozo de contenidos tan amplio, Internet debe ser gestionado desde el autocontrol. Es muy fácil pasar horas navegando, jugando o visionando contenidos en la red, tanto que en ocasiones se puede llegar a perder el control.
Poco a poco, José Alberto terminó por perder el control de lo que veía.
Al estar en paro y quedarse solo en casa cuando Inma se mudaba con sus padres podía permitirse pasar más de 15 horas al día navegando por páginas de contenido X.
Paulatinamente fue dejando de practicar deporte y de salir con sus amigos.
Cuando la obsesión por el sexo online se apodera de ti
La obsesión por el sexo online se fue apoderando de él hasta el punto de que no interrumpía esa actividad ni siquiera cuando se encontraba en buenos momentos de su relación con Inma.
Se escondía de ella, lo hacía en secreto, pero seguía navegando todos los días.
La necesidad de sexo online hizo que José buscase vídeos cada vez más fuertes, escenas de sexo más salvaje e incluso algunas que podrían herir la sensibilidad de la mayoría de las personas.
Se le había ido de las manos: era como una bola de nieve ladera abajo, ganando velocidad con cada segundo.
Nunca es tarde para empezar un tratamiento
Pero esa bola de nieve frenó en seco el día en que al llegar a casa se encontró a Inma sentada en medio del salón mirando la pantalla del ordenador con unos papeles en su mano.
Era el listado de páginas web a las que José se había conectado en los últimos meses. La cara de Inma lo decía todo: estaba horrorizada por descubrir los vídeos que veía su novio.
Eran cientos, quizá miles, y muchos de ellos muy desagradables.
En ese momento y tras una amarga discusión, José Alberto se comprometió a ponerse en tratamiento para superar su adicción al sexo como condición sine qua non para seguir adelante con la relación.