Sexo kleenex: personas de usar y tirar

    Sexo kleenex: personas de usar y tirar © Depositphotos.com/Avgustino

    A día de hoy el sexo es libre. Cada cual gestiona el suyo de forma autónoma y, además, el único objetivo es disfrutarlo sin miedo. Suena bien, afortunadamente.

    Venimos de donde venimos, por lo que poder decir esto es ya todo un avance.

    Como experiencia instintiva que es, lo peor que podemos hacer con la sexualidad es reprimirla, así que hasta ahí vamos muy bien.

    Sexo kleenex: personas de usar y tirar

    Sin embargo, ese panorama sexual llevado al extremo puede derivar en un nuevo fenómeno social: las relaciones de usar y tirar (también conocidas como relaciones superficiales).

    Son aquellas en las que no se tienen en cuenta los sentimientos ni nada más allá del instinto.

    Las llevan a cabo quienes únicamente evalúan la calidad de la relación sexual y el nivel de atracción como indicador de idoneidad relacional.

    Cuando la química sexual es lo único que se tiene en cuenta para iniciar una relación, la cosa se juega a cara o cruz.

    Las relaciones kleenex, muy habituales a día de hoy, duran lo que la química dispone: son tan apasionadas y explosivas como efímeras y caducas.

    Con ello no quiero decir que las relaciones pasionales sean malas: simplemente son cortas.

    El sexo en el centro de gravedad

    Las relaciones en las que el sexo es el centro de gravedad son muy habituales.

    Mucha gente opta por ellas en diferentes épocas de su vida, como cuando se sale de una larga relación y uno no quiere complicarse la vida, o cuando nos iniciamos sexualmente.

    El sexo se aprende practicando, y la sensación de competencia sexual sube la autoestima.

    Asimismo, la sexualidad practicada desde la autoestima y la sensación de competencia es más placentera, por lo que el sexo se convierte en un asunto clave.

    Este tipo de relaciones suelen seguir dos caminos: o bien evolucionan hacia algo más serio o se acaban tan rápidamente como empezaron.

    Y en ese momento, al ver que la chispa se apaga, la persona puede hacerse la siguiente reflexión: “quizás no era alguien para mí”.

    Algo erróneo, porque para que una pareja pueda perdurar hace falta algo más que sexo. Otros, sin embargo, optan por asumir este estilo de vida.

    El sexo es un saborizante tan potente de las relaciones que uno puede creer que lo que se siente en el momento del enamoramiento es una verdad absoluta, no una explosión de la química sexual, condenada a durar sólo un tiempo.

    Además, el placer sexual es tan intenso al principio que cuando de manera natural descienden las sensaciones, la manera kleenex de mantener alto el listón es “tirando” a la pareja actual y “cogiendo” otra nueva.

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