Vigorexia y sexualidad: relación fatal

    Vigorexia y sexualidad: relación fatal © Depositphotos.com/Dundanim

    El culto al cuerpo ha sido siempre un arma utilizada en pro del sexo.

    Como vimos en “La publicidad engañosa del sexo”, desde hace años el ideal sexual masculino es el hombre con una figura musculada y bien marcada.

    La preocupación por conseguir esta ansiada imagen corporal ha creado un nuevo concepto que, paradójicamente, perjudica la respuesta sexual del hombre: la vigorexia.

    ¿Qué es la vigorexia?

    La vigorexia es un problema que podríamos catalogar de “moderno” y más común en el género masculino.

    Se trata de un trastorno obsesivo en el que predomina una preocupación excesiva por poseer un cuerpo muy musculado.

    La principal característica es la distorsión corporal: las personas se perciben a sí mismas como muy pequeñas, débiles, delgadas y con poca masa muscular, por lo que necesitan estar siempre ejercitándose.

    La imagen distorsionada es también el principal componente de otro trastorno: la anorexia. En ella también predomina una autoimagen deformada y una preocupación excesiva por el cuerpo.

    Por ello, la vigorexia (al igual que la anorexia) se ha clasificado como trastorno de la conducta alimentaria. Sin embargo, otros enfoques señalan que se debería clasificar como un trastorno dismórfico corporal, pues la principal causa del problema es la preocupación excesiva por un defecto corporal (o lo que ellos consideran como tal).

    Al fin y al cabo, la relación es recíproca: las personas que creen que tienen algún defecto y se preocupan exageradamente por ello a menudo desarrollan trastornos alimentarios.

    La percepción que tienen de ellos mismos está totalmente distorsionada, y su insatisfacción y ansias por conseguir un mejor tono muscular hacen que cambien su alimentación.

    El menú típico de estas personas consta de una gran cantidad de proteínas e hidratos de carbono, convirtiendo su dieta en la de un atleta profesional en constante competición.

    Origen de problemas sexuales

    Muchas personas acuden a gimnasios para mejorar su apariencia corporal. Esto no es malo, sino todo lo contrario; el ejercicio es sinónimo de salud.

    El problema llega cuando se transforma en una obsesión en la que el deporte se convierte en el centro de sus vida. A menudo estas personas no sólo hacen ejercicio durante varias horas al día, sino que es común que tomen anabolizantes y otras sustancias derivadas de la testosterona para aumentar su musculatura.

    Estas sustancias son totalmente opuestas a una vida sexual saludable, pues son causa del bajo deseo sexual,  problemas de erección y, en general, dificultades en la capacidad sexual de la persona.

    Los anabolizantes aumentan la masa muscular, al ser un derivado de la testosterona, la hormona masculina, pero la administración excesiva hace que los testículos dejen de generar testosterona de forma natural, lo que provoca las disfunciones sexuales.

    Obviamente, el principio del tratamiento es abandonar estas sustancias que causan tanta alteración en tu cuerpo y que son tan peligrosas para tu salud.

    Sin embargo, la vigorexia no sólo es una cuestión física, sino que requiere un cambio de índole psicológica. La obsesión por el cuerpo musculado y la distorsión corporal son ideas que perjudican tu salud mental y por las que deberías acudir a un psicólogo con el fin de que te ayude a superarlo.

    Todo empieza por entender que la imagen corporal no habla por nosotros; las personas somos mucho más que una simple figura que mostrar a los demás.

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