El complejo físico y el sexo
Aceptarnos tal y como somos, un acto de madurez
No es de extrañar que el hecho de lograr aceptarse físicamente sea considerado como un acto de madurez personal de gran calado.
Quien finalmente lo consigue es probable que por el camino haya tratado de modificar con esfuerzo aquello que era posible, pero también que haya terminado por asumir y relativizar lo inmodificable.
Si lo piensas, en el fondo no nos queda otra. La opción de operarnos sin límite hará de oro a los cirujanos plásticos, pero puede terminar por convertirnos en monstruos de goma y, lo que es peor, en futuros hombres y mujeres Peter Pan.
No obstante, hasta que llegamos a la aceptación-relativización de nuestros puntos débiles podemos pasar años acomplejados por uno o varios “defectos” de nuestro cuerpo.
Cuando los complejos físicos afectan la esfera del sexo
Entre los muchos efectos que el complejo físico tiene sobre la vida de las personas vamos a centrarnos en aquellos que afectan a la esfera íntima.
La autoimagen pobre -gustarse poco físicamente- provoca la pérdida de seguridad en la interacción mutua de hombres y mujeres.
A partir de ahí se pierde la naturalidad, una actitud fundamental para ser capaces de dejarnos llevar por el erotismo y permitir la correcta expresión del instinto sexual.
“Yo sólo hago el amor con mi pareja a oscuras, no quiero que me vea desnuda, me veo gorda”, me decía una vez una paciente.
El complejo está detrás de muchos problemas de acoplamiento de pareja, plasmados en expresiones como éstas: “No sé si somos compatibles”, “no hay química”, “no sé, no me he sentido cómodo”, etc.
Estas frases post-coitales pueden ser ciertas: es imposible que todas las parejas funcionen.
Pero también pueden estar determinadas por un complejo físico que ha actuado como boicoteador de la relación.
Así que te animo a que mejores lo que puedas y a que aceptes lo que no si quieres dejar el complejo físico fuera de la cama.