Disfruta más del sexo dejándote fluir
Todos hemos experimentado lo que es fluir en algún momento de nuestra vida. De hecho, esta sensación puede aparecer practicando cualquier actividad.
Hay quienes lo consiguen al hacer deporte, como el esquiador que concentra todo su ser en la pista por la que desciende, tratando de acoplar milimétricamente los movimientos de su cuerpo al terreno por el que se desliza.
De no hacerlo así, podría acabar estampándose contra un árbol. Tras el descenso, una vez abajo, se siente invadido por una agradable sensación de excitación y bienestar que le anima a remontar de nuevo e, incluso, a atreverse con una pista de mayor desnivel.
También experimenta lo que es fluir el pintor que se encierra durante horas en su estudio.
El estado de presencia que alcanza le hace incluso perder la noción del tiempo, hasta que su pareja le interrumpe para que se una a comer con el resto de la familia. “¿Ya es la hora de comer?”, le pregunta asombrado.
Fluir en el sexo
Pues bien, si recuerdas alguna de tus mejores relaciones sexuales te darás cuenta de que en esas ocasiones también fluías.
Lo podrás identificar porque durante el sexo en estado de flujo la mente está callada, o más bien completamente al servicio del instinto.
En esos momentos estás tan concentrado en la escena, en tu pareja y en vuestra excitación que no hay lugar para otros asuntos.
Si, por el contrario, padeces algún problema sexual, habrás percibido cómo, en el preciso momento en que la cosa se calienta, tu mente, en lugar de aliarse con tu cuerpo, adopta el papel de espectadora, saliéndose de la escena como si fuese la narradora… o la “tocapelotas”.
Tal y como la describía una vez un paciente. “¿Podré?”, “¿estaré a la altura?”, “¿mi pene está duro o no?”, “¿penetro o me espero a ver?”…
Si la actividad no sexual vuelve a la mente, el cuerpo y el placer pueden apagarse, tal y como ya te contamos en el artículo "¿Eres espectador de tus relaciones sexuales?".
Así que no te extrañará si te digo ahora que uno de los objetivos prioritarios de casi cualquier terapia sexual es el de devolver a la pareja al estado de flujo perdido.
Aprender de nuevo a fluir es esencial para poder dejarse llevar por la naturaleza.