La publicidad engañosa del sexo

    La publicidad engañosa del sexo © Depositphotos.com/George Mayer

    La publicidad, en la actualidad, es el arma de marketing más potente que existe. Y para vender hay que saber qué es lo que quieren las personas. Para acceder a ellas, la publicidad busca no sólo el humor, el ingenio y la novedad, sino que además trabaja con el estímulo y la motivación más intrínsecamente humana: el sexo.

    La publicidad engañosa del sexo

    Sexo y publicidad: cuanto menos ropa, más ventas

    Parece que la publicidad ha evolucionado en relación a la utilización del sexo y la sexualidad. La veda se abrió con anuncios de colonias, coches o ropa interior, protagonizados por modelos con gran figura. Cuanta menos ropa llevasen, mejor audiencia tendría el anuncio.

    A día de hoy parece que es necesaria no solo más carne en las imágenes, sino también un mensaje más directo, incluso polémico y transgresor, rozando, en ocasiones, la pornografía, lo cual ha incrementado el número de anuncios prohibidos y no emitidos.

    Y ¿por qué nos debe interesar (o preocupar) este asunto? Porque sexo y publicidad van de la mano con un objetivo: atraer nuestra atención hacia ciertos símbolos o ideales sexuales que quizá no se asemejan a la realidad.

    Las modelos utilizadas en publicidad suelen ser mujeres que no cumplen con las características de la mujer media. Los cuerpos (extra) delgados, las curvas pronunciadas o las expresiones exageradamente sensuales son sólo algunas de las características que deben cumplir estas modelos. Aunque no es sólo cuestión del sexo femenino: los modelos masculinos son muy comunes también hoy en día en la publicidad, con su “tableta” como marca registrada.

    Publicidad y problemas psicológicos

    El problema de la sobrecarga de estos modelos en los anuncios es que no se ciñen a la imagen cotidiana del hombre y la mujer. Se nos incita y provoca a querer convertirnos en ellos. Idealizamos estas figuras y pensamos: “así debo ser yo como hombre”, o “así debe ser la mujer con la que quiero estar”.

    Sin embargo, la realidad es otra, y aquí viene el conflicto: cuando ponemos como ideal sexual a una mujer despampanante o a un hombre espectacular, y como realidad sexual la que sale en los anuncios, la televisión o las películas, a menudo no es así, y es cuando aparecen las disfunciones sexuales, los conflictos de pareja, o incluso baja autoestima y se llega a la depresión.

    Aunque éstos no son los únicos problemas a los que nos enfrentamos. La publicidad del sexo nos muestra a unos modelos de mujer y hombre distorsionados, en muchas ocasiones rozando la anorexia (o alcanzándola por completo) en ellas, y la vigorexia (preocupación por tener un cuerpo muy musculado) en ellos.

    La anorexia es un trastorno psicológico muy grave que requiere la ayuda inmediata de un profesional, y entre sus síntomas está la distorsión de la imagen corporal de la persona.

    Por tanto, que no te engañen: la publicidad juega con la imagen sexual y “crea” ideales irreales con los que no te debes identificar. No significa que no puedas optar a lo máximo, pero siempre sabiendo que ésa no es la única realidad.

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    ¡Compartir es vivir!

     
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