El deseo sexual durante los tratamientos de fertilidad
Como sabes, a medida que nos hacemos mayores se hace más difícil la concepción; el cuerpo pierde capacidad procreadora, y el estrés, junto a muchos otros factores, dificulta la procreación.
No es de extrañar que entre los grandes beneficiarios del estilo de vida de la sociedad actual se encuentren los centros de fertilidad, en los que gracias a los avances de la técnica médica los sueños de muchos hombres y mujeres pueden hacerse realidad. Junto a la edad, ciertos problemas físicos como los desequilibrios hormonales o las enfermedades que afectan a los ovarios y a la capacidad de los testículos para producir espermatozoides son también motivo de consulta en estas clínicas especializadas.
Una vez en manos de los clínicos el proceso comienza. Dependiendo de la etiología (el estudio sobre las causas de trastorno), los tratamientos pautados serán más o menos invasivos.
Sin embargo, el denominador común de todos ellos es que afectan directamente a la vida íntima de la pareja.
La magia puede apartarse de un plumazo dejando paso a las visitas a la consulta del ginecólogo, los plazos de espera, los tratamientos y las pruebas de laboratorio.
Una de las mayores pegas referidas en este tipo de consultas son los “coitos programados”; cuando la pareja está inmersa en un proceso de este tipo, la necesidad de aprovechar al máximo el periodo fértil “obliga” a practicar el coito desde la prescripción médica y no desde el deseo previo.
Como ya sabemos por el artículo "La regla de oro de la sexualidad", si el sexo no es natural y espontáneo la vida afectivo-sexual de la pareja tiende a apagarse.
Es muy habitual que las parejas acudan a consultar con un sexólogo con un gran problema de deseo sexual que aparece como efecto secundario del tratamiento de fertilidad.
Y es que de tanto interferir clínicamente en lo instintivo e íntimo se puede acabar por dañar el deseo, la excitación o el orgasmo.
Los problemas emocionales y afectivo-sexuales derivados de los tratamientos serán directamente proporcionales a la duración y al éxito de los mismos, así como a la riqueza de la vida íntima que la pareja mantenía previamente.
Así que, si te propones iniciar una terapia de fertilidad, mi consejo es que no dudes en exigir de forma paralela una atención psicosexual especializada y semanal; tu estado anímico y tu relación de pareja lo agradecerán.