Cibersexo: ¿Infidelidad o simple diversión?
Según una encuesta realizada en el año 2012, el 60% de los hombres solteros y el 40% de las mujeres solteras han practicado sexo virtual por lo menos una vez.
Pero ¿qué ocurre cuando esta forma de sexualidad se practica teniendo pareja estable?
Puede que estés preocupado porque sospechas que tu pareja tiene amantes en la red, o quizá seas tú mismo el que no sabe si debe sentirse culpable o no. Lo primero que tienes que saber es que no hay una certeza universal en cuanto a esto: depende únicamente de cada pareja.
Sólo vosotros podéis decidir vuestros propios límites.
El anonimato, una de las claves del cibersexo
¿Qué motiva a buscar satisfacción sexual en Internet?
Sin duda el anonimato resulta atractivo. Allí nadie puede juzgarte porque nadie sabe quién eres, puedes desempeñar el rol que desees, incluso inventar una identidad distinta en cada conexión.
Es posible complacerse de forma inmediata, sin preámbulos, y sobre todo sin “después”: sólo apagar el ordenador. No importa lo que al otro lado de la pantalla hayan pensado de ti.
Habitualmente pensamos que una persona que se refugia en la red tiene grandes carencias en su vida real, y en ocasiones es cierto, pero no siempre. No necesariamente tiene que estar a disgusto con su pareja, ni sentirse insatisfecho.
Ésa puede ser una forma más de fantasía sexual, de estimulación visual, sin ninguna implicación emocional. Así como el consumo de pornografía está comúnmente aceptado por la sociedad sin considerarse infidelidad, lo mismo podría ocurrir con el cibersexo.
Sin embargo, puesto que al otro lado hay una persona interactuando, resulta inevitable crear cierto vínculo (aunque sea momentáneo), convirtiéndose el cibersexo en intolerable para muchas parejas. Reacción, por otro lado, muy comprensible.
Cuando el cibersexo se convierte en un problema para la pareja
Es entonces cuando aparece el ocultamiento, la desconfianza, las sospechas y las mentiras… y esto sí, tarde o temprano, carcome la relación y acaba con ella.
Lo que en un principio comenzó siendo una forma de placer puede terminar convirtiéndose en un juego de engaños, donde la persona que lo practica no puede evitarlo, sintiendo la necesidad de hacerlo a pesar de los sentimientos de vergüenza, culpa y arrepentimiento.
En estos casos se convierte en algo distinto del disfrute personal, es ya un impulso incontrolable por el sexo online. La pornografía y cualquier forma de sexo, como todo aquello que produce placer, puede producir adicción. Una adicción que se sufre como cualquier otra.
Por supuesto, es recomendable intervenir antes de que el caso se torne de esa gravedad. La sinceridad es la clave. Puede que los dos deseéis disfrutar de esa manera, a modo de diversión, y no haya discrepancia.
Cibersexo sí, pero consensuado
Lo importante es que toméis una decisión de mutuo acuerdo.
¿La pareja está dispuesta a aceptarlo? En caso negativo, ¿quien lo practica desea dejarlo? ¿Está preparado y se siente capaz? Si optáis por continuar adelante juntos, lo principal es estar unidos: apoyaos y quereos más que nunca.
No es un trabajo individual: los dos formaréis parte del proceso de cambio.
Las constantes discusiones enfrían la pareja, y si la pareja está fría, el sexo será incompleto… lo que perjudicará, en ese caso, vuestro objetivo.