¿Qué son las grasas trans?
Los ácidos grasos trans o grasas trans se forman cuando los fabricantes convierten los aceites líquidos en grasas sólidas. Los fabricantes crean las grasas trans a través de un proceso llamado hidrogenación.
En pocas palabras, la hidrogenación es un proceso mediante el cual los aceites vegetales se convierten en grasas sólidas simplemente añadiendo átomos de hidrógeno.
Este proceso aumenta la vida útil y el sabor de los alimentos, pero a coste de empobrecer su calidad nutricional.
Actualmente, las grasas trans están presentes en un gran número de alimentos, incluyendo la margarina vegetal, galletas, cereales, dulces, productos de panadería, bollería industrial, patatas fritas, aderezos para ensaladas, alimentos fritos y muchos otros alimentos procesados.
Aprovechando la reacción que surgió en contra de las grasas saturadas, aparecieron las grasas trans.
Los fabricantes se dieron cuenta de que las grasas trans duraban más que las saturadas sin que tuviera lugar el temido ataque del consumidor. El resultado: hoy las grasas trans se encuentran presentes en el 40% de los productos de los supermercados.
Riesgos para la salud
Al igual que las grasas saturadas, las grasas trans contribuyen a la obstrucción de las arterias. Las arterias obstruidas no son sólo una señal de enfermedad cardíaca, sino que también aumentan el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.
He aquí cómo funcionan: estas grasas elevan las lipoproteínas de baja densidad (LDL), o el colesterol “malo”, al tiempo que disminuyen las lipoproteínas de alta densidad (HDL), o el colesterol “bueno”.
Esto contribuye a la acumulación de placa en las arterias.
Los estudios poblacionales indican que las grasas trans pueden aumentar el riesgo de diabetes.
Distintos investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard, en Boston, sugieren que la sustitución de grasas trans en la dieta por grasas poliinsaturadas (como los aceites vegetales, pescados azules y frutos secos) puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes hasta en un 40%.
Muchas compañías de alimentos usan grasas trans en lugar de aceite, pues así reducen los costos, extienden la vida útil del alimento y mejoran el sabor y la textura.
Un problema que surgió con el uso de las grasas trans fue que, al no estar obligadas las compañías de alimentos a incluirlas en las etiquetas alimentarias hasta el año 2006, los consumidores no tenían idea de cuánta grasa trans había en los productos que consumían.
Ahora, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) exige a los fabricantes poner la cantidad de grasas trans en las etiquetas de nutrición.
De hecho, algunas compañías como Nestlé ya han tomado medidas para eliminar las grasas trans de algunos de sus productos.
Leer las etiquetas de los alimentos, una excelente práctica
En primer lugar, te recomiendo que, si no lo has hecho ya, le eches un ojo al artículo “Aprende a leer las etiquetas de los alimentos”.
Una medida para determinar la cantidad de grasas trans en los alimentos es leer la etiqueta de ingredientes y buscar entre ellos “hidrogenado” o “aceite parcialmente hidrogenado”.
También puedes sumar la cantidad de grasa presente en un producto (saturada, monoinsaturada y poliinsaturada), siempre que las cantidades se indiquen, y comparar el resultado con el total de grasa indicada en la etiqueta.
Si no coinciden es posible que la diferencia se deba a las grasas trans, especialmente si el aceite parcialmente hidrogenado es catalogado como uno de los primeros ingredientes.
Para terminar, te aconsejo que incluyas en tu dieta diaria grasas saludables como las insaturadas, que, tal y como hemos indicado anteriormente, se encuentran en los pescados azules, aceite de oliva, frutos secos y productos enriquecidos, limitando a la última opción las grasas trans y las saturadas.
¡Tu corazón te lo agradecerá!