En los últimos tiempos, ¿qué es lo que más escuchas en tu consulta?
“No tengo deseo”.
¿Y qué más?
Lo siguiente que oigo más es “no tengo orgasmos” o “no son lo que creo que deberían ser” y, ya en tercer lugar, las dificultades masculinas para relacionarse con mujeres. La frase “no tengo deseo” es habitual en mujeres, pero cada vez más en más hombres. En cuanto a la dificultad para alcanzar el orgasmo, es específica de nosotras, mientras que la dificultad para intimar con mujeres es una consulta más masculina. Me encanta trabajar con este último tema y ver llegar a mi consulta a hombres que piensan que no son buenos en el sexo, cuando en realidad fallan en lo que crean antes de irse a la cama. Muchos hombres se atormentan con esto, cuando su problema es otro: simplemente no saben qué hay que hacer para llegar hasta la cama.
Dices que si esperamos a que surja el sexo de forma espontánea, no surgirá…
No. De hecho, el sexo espontáneo no existe ni siquiera al principio, porque cuando comienzas a salir con alguien, de hecho, lo planeas absolutamente todo. Lo que puede ser espontáneo, quizá, es el deseo, porque hay novedad y misterio, pero cuando convives con una persona es muy difícil que el sexo surja de la nada. Hay muchas cosas que interfieren: el trabajo, los horarios, la rutina, los hijos… Por eso hay que citarse, hay que programar, aunque todo lo que venga después pueda ser espontáneo. Es mejor no ser espontáneo y tener sexo que serlo y que se te oxide el sexo por no practicarlo.
Si esperamos a que surja el sexo espontáneo, no surgirá; por eso hay que planificar.
¿Se está trasladando la mentalidad consumista al sexo? Te lo comento porque hace ya un tiempo leía que Manuel Vicent escribía que muchos amigos suyos de 60 años se estaban separando para darse una última oportunidad…
Totalmente. Nos cansamos de todo. La mentalidad de que me compro un vestido a menudo porque es barato ha llegado a las relaciones de pareja. Personalmente, considero que es un error, porque el mejor sexo se consigue conociendo a la otra persona. Es verdad que se pierde la novedad y a veces el misterio, pero cuando existe ese entendimiento puedes llegar a entregarte, a sucumbir, a no controlar… Pero la gente no cree en el esfuerzo y prefiere lo fácil. Si alguien le pone cachondo, pues va y ya está. Pero este tipo de sexo, ¿cómo diría yo?, resulta mucho menos espiritual y profundo… Los que estamos en el mundo mindfulness (un concepto anglosajón que podría traducirse por adquirir conciencia plena y que remite a la meditación budista) y slow lo entendemos muy bien, pero es cierto que la mayoría de la gente vive de una manera más acelerada.
La mentalidad de que me compro un vestido porque es barato ha llegado a las relaciones de pareja.
Alguna vez has afirmado que detrás de la frase “me duele la cabeza” hay algo más que inapetencia sexual. ¿Cómo habría que decodificarla, pues?
Normalmente hay cabreo. Sobre todo en las mujeres, porque sienten cómo sus hombres las ningunean o no las valoran lo bastante o ni siquiera las escuchan. Es decir, creen que, en la balanza, ellas hacen más por su relación, por su matrimonio o por sus hijos, y tienen la sensación de que sus parejas, que viven mejor, no son capaces de hacer algo por ellas, por lo que dejan de desearles y, en ocasiones, les castigan con no tener sexo.
¿Y qué pasa con los hombres? ¿Qué hay detrás de la frase “hoy he tenido un día tremendo: no cuentes mucho conmigo”?
Generalmente, detrás de la pérdida de deseo masculino suelen haber problemas de desempeño sexual. A veces resulta más cómodo zanjar el tema diciendo que hoy has tenido un día muy duro que afrontar que tu erección no es suficiente o tu eyaculación demasiado rápida, y que te causa miedo enfrentarte a ello. Casi siempre es preferible decir “hoy no tengo ganas” que fracasar.
Lo que me dices –corrígeme– es que, habitualmente, detrás de la falta de ganas subyace un tema emocional en las mujeres y problemas fisiológicos en los hombres. ¿Es así?
En efecto. Es lo habitual, pero también hay que valorar que muchos hombres pierden el deseo por el estrés, lo que es normal y le puede pasar a cualquiera. Otra posibilidad es que nuestra pareja ya no nos guste, por haberse dejado y haber engordado veinte kilos, por ejemplo, porque, claro, si yo te conocí de una manera y ahora tienes un aspecto muy distinto, es lógico que también cambie mi deseo. Pero muchas veces no se trata de algo físico, sino psicológico. Por mi consulta pasan hombres que me cuentan que sus mujeres están continuamente encima de ellos y que llegan a ser tan pesadas y quejicas que les sacan todos los defectos, lo que acaba llevando a estos señores a no desearlas, porque les hacen sentir mal.
Todos estos problemas pueden solucionarse, aunque lo normal es no hacerlo y que se enquisten. Cuando me llega una de estas parejas al consultorio, la cosa normalmente ha llegado a tal extremo que resulta difícil remontar la situación, porque hay un poso de rabia contenida, de inseguridad, porque se ha esperado demasiado tiempo.
Lo primero que hay que hacer en estos casos es comprobar la predisposición que traen. Si no la hay, les mando para casa. En ocasiones, verse con el agua al cuello (porque muchas veces ni yo misma creo que haya remedio…) es lo que les puede hacer reaccionar.
Por sexos, ¿quién tiene una mente sexualmente más abierta: el hombre o la mujer?
En principio, diría que el hombre, porque entiende el sexo de una manera más lúdica que la mujer. Sin embargo, a veces tengo dudas sobre esto.
Verás, cuando una mujer se siente segura de sí misma también es muy aventurera. A la que nos crecen las alas, hasta podemos dar miedo. Tengo clientas que me llegan a la consulta diciendo: “Mi marido dice que o me espabilo o se busca un plan”, y acaban confiándome: “Ahora el tío va y dice que soy demasiado lanzada”.
Muchos se asustan, porque el poder de una mujer que se conoce bien a sí misma es inmenso. Cuando una mujer decide experimentarlo, dejarlo fluir, y su pareja se deja llevar en lugar de lugar de asustarse y de querer frenarla, ese hombre también crece, con lo que ambos se liberan y su sexo pasa a otro plano.
Pero sí, es una pena, porque pocas mujeres logran dar este salto cualitativo y, en general, es el hombre el que suele querer probar cosas nuevas: que sí tríos… Aunque, luego, cuando alguna mujer les pide que sean con dos hombres, ya no les gusta tanto...
Los hombres, en teoría, son muy valientes, pero, llegada la hora de la verdad, muchos se asustan y acaban perdiendo la erección, no pudiendo llegar… También necesitan ser educados sexualmente, pero difícilmente lo reconocen, porque eso no es ser un verdadero macho. La cruda realidad es que, cuando uno se empeña en ser tan macho, acaba por no serlo y por no disfrutar ni la mitad de lo que podría. ¡Necesitamos educación sexual ya! Y no únicamente para adolescentes; también hay que educar a los padres, porque si no… ¿Qué pretenden inculcarles a sus hijos? No se puede enseñar lo que no se sabe. Empezando por yo misma…
El hombre tiene una mentalidad más abierta hacia el sexo, por tomárselo de manera más lúdica.
Uno de los artículos que más éxito ha tenido en “El Portal del Hombre” es uno escrito por Mamen Garrido, titulado “Te quiero pero no te necesito”. En él se dice que el amor crea un lazo que se puede convertir en una cadena cuando no hay libertad y, también, que muchas personas se auto-engañan pensando que necesitan al otro, cuando en realidad viven acomodados en rutinas que no les satisfacen porque creen que, de dejarlo, no volverían a encontrar el amor. ¿Qué piensas de ello?
El miedo a quedarse solo es bestial. Muchísimas parejas siguen juntas porque piensan que, de dejarlo, no encontrarán a nadie más. Es normal: somos cobardes, somos conservadores por temor, tenemos miedo. Da miedo quedarse solo, porque tememos la soledad y porque la sociedad nos trasmite la idea de que es mejor vivir acompañado que ser un single; parece como que tienes más caché.
Muchísimas parejas siguen juntas porque piensan que, de dejarlo, no encontrarán a nadie más.
¿Por qué tantos hombres y mujeres fingen en la cama?
Hombres y mujeres fingimos por la misma razón: para no quedar mal. No recuerdo ahora mismo las estadísticas, pero un 30% de la población ha fingido alguna vez por miedo a quedar mal, para no herir los sentimientos del otro o para que acabe de una vez.
Hasta hace poco a nadie se le hubiera ocurrido pensar que los hombres fingen, pero lo hacen, ¿no?
Pues sí, y más de lo que imaginas. Se calcula que un 34% de la población masculina (frente a quizás el 90% femenino) ha fingido alguna vez (14%) o en más de una ocasión (20%) por miedo a quedar mal, por temor a herir los sentimientos de su pareja o para que ella acabe de una vez. Lo curioso es que los hombres fingen por los mismas motivos que lo hacen las mujeres, es decir, por razones que podríamos considerar altruistas.
Hermoso, ¿no crees? Aunque te he de decir que es algo muy desaconsejable, porque no lleva a ninguna parte. Es preferible decir “no llego”, “no puedo”, “no me apetece acabar”… Si mentimos repetidamente generamos un problema.
Por otra parte, hay hombres que están obsesionados con la idea de que, si no llegan, no son hombres, con lo que hacen ver que han alcanzado el orgasmo y así piensan que han cumplido. Conozco casos así. Lo que decía antes: falta educación sexual. El pressing que padece el pene masculino es insoportable. ¡No hay derecho!
Un porcentaje de los hombres finge en la cama mucho más de lo que nos llegamos a imaginar.
Dices que no se le dedica suficientemente tiempo al sexo. ¿Cuánto tiempo crees que sería bastante?
Depende de cada situación. Calcular cuánto tiempo es suficiente resulta imposible. Lo que se sabe es que el sexo comienza mucho antes de meterse en la cama. Por lo tanto, hay que dejar tiempo para el ligoteo durante el día, para cuidar la relación y no pensar que por meterse en la cama y hacerle cuatro caricias a la otra persona ya va a encenderse...
La gente, en general, en lugar de reflexionar, se dedica a tener sexo rápido: pim, pam, pum, fuego y punto. Pero el sexo es un arte, por lo que si queremos disfrutar con una misma persona durante meses o años, hay que cuidar este arte. El sexo se aprende estando y no imaginándose cosas en la cabeza y pensando que se está en esos momentos con una actriz o con un actor que nos guste, sino estando presente, sintiéndose uno mismo y sintiendo al otro. Es entonces cuando empiezas a probar cosas y dejas de lado el temor a decepcionar. Si a eso le añades la curiosidad de un crío, ya tienes la fórmula. Yo, por ejemplo, cuando leo o veo algo que me gusta, me lo llevo a casa y lo experimento. Lo que no puede ser es que el sexo sea algo tan mecánico como suele ser, sino que te lleve a disfrutar muchísimo y a recrearte con lo que estás haciendo.
O sea, que la actitud es fundamental…
Sí; es como tener en mente un espacio para el disfrute y la experimentación. Del mismo modo que algunas personas dedican varias horas a la semana a cuidar de su cuerpo en el gimnasio, también hay que dedicar un tiempo a ser sensual con la pareja, a leer algo que te erotice, a inventar historias y juegos que te apetezcan… A muchas parejas les propongo llevar un libro de almohada, como hacían antiguamente los chinos y japoneses, donde cada uno ponga lo que le apetece hacer y compartirlo.
En “Deseo” das 366 sugerencias para enriquecer la vida sexual. ¿Podrías darme cuatro o cinco buenas ideas para que la sexualidad de los lectores de El Portal del Hombre sea todavía mejor?
La primera de todas es que dediquen un tiempo a pensar cómo es su vida sexual: qué les gusta de lo que ya tienen, cómo pueden potenciarlo y qué no les gusta y cómo podrían cambiarlo. Se trata, simplemente, de hacer los deberes y encararlos con sinceridad, en lugar de intercambiar reproches. Hay que aprender a decirle a nuestra pareja “me gustaría que…”, “me excitaría que…”, “me encantaría que…”, pero siempre con espíritu positivo y no desde la queja. La mejor sugerencia es preguntarte qué podrías hacer para obtener más placer y, también, para que a tu pareja el sexo le gustara más.
Por las parejas que recibes en tu consulta, ¿lo habitual es el final feliz?
Depende de la madurez, porque hay gente muy inmadura y esto, al final, es un tema de madurez. Ya he comentado que vivimos en una sociedad instalada en la cultura de la queja y que queremos que nos lo den todo hecho. Hoy día, cuando algo no nos gusta, lo tiramos a la basura y sanseacabó. Pero para que algo suceda hay que responsabilizarse con el proceso de cambio. Esto es lo primero que busco en mi consulta: que la persona en cuestión tenga una buena predisposición. Cuando me viene alguien en busca de un milagro, no quiero saber nada y se lo digo claramente. Tampoco me agrada la gente que se pone como objetivo durar una hora o que cree que sus problemas pueden resolverse con una pastilla mágica.
El problema es que nos encanta la magia. Fíjate que en la alimentación pasa algo parecido: la gente, en lugar de cambiar el estilo de vida que le lleva a engordar, prefiere seguir una dieta milagro, pensando que si coge un atajo llegará antes y, encima, no tendrá que hacer ningún esfuerzo. Pero, claro, al final esto no funciona…
¡Somos una pandilla de vagos! (Ríe). ¡A poco que podemos, nos apuntamos a la ley del mínimo esfuerzo!
¿Qué decimos del orgasmo simultáneo?
Es un buen ejemplo de la imagen tan distorsionada que tenemos del sexo. No hay nada malo en llegar antes que el otro porque lo importante aquí es disfrutar y que una vez pasada la experiencia estemos emocionalmente satisfechos. Si pones el listón en el orgasmo simultáneo, lo más seguro es que te frustres y que tu satisfacción no esté a la altura de tus expectativas. De hecho, hay poquísima gente que alcanza orgasmos simultáneos; tal vez un quince por ciento de las parejas.
Hay poquísima gente que alcanza orgasmos simultáneos, tal vez un quince por ciento de las parejas.
¿Qué problemas encuentras en ver porno?
Que acabamos por habituarnos a un tipo de sexo muy fácil donde es todo falso, por lo que cuando nos comparamos con lo que hacen esos actores y actrices es fácil sentir frustración.
Además, cuando te habitúas a ver porno, corres el riesgo de vivir de espaldas a la realidad. Si uno se alimenta de porno, llega un momento en que su antigua vida sexual ya no te interesa, ya no le llena. Y también pasa que cada vez buscas cosas más fuertes para excitarte y sentir satisfacción.
¿Qué leyendas urbanas corren acerca del sexo? ¿Que el sexo sin amor no vale la pena? ¿Que los hombres dan más importancia al sexo? ¿Que las mujeres pierden antes el deseo?
¡Que a todo el mundo le va muy bien en la cama! Aunque la mejor de todas es que el sexo de los demás siempre es mejor que el tuyo… Hay miles de falsos mitos, pero lo más sorprendente es que, como no tenemos educación sexual, nos los creemos a pies juntillas, por lo que damos por buenas situaciones que muchas veces no guardan ninguna relación con la realidad, como que en cuestión de sexo somos peores que los otros, lo que nos hace infelices por cosas que muchas veces no existen y no son ciertas.
Si muchas personas supieran la verdad, comenzarían a venirse arriba, porque tener sexo y disfrutar de él es muchísimo más fácil de lo que parece; el problema es cómo lo encaramos. Esto lo veo mucho en mi consulta. Hay multitud de personas que vienen con ideas preconcebidas sobre el sexo a las que intento hacerles ver la realidad. A veces algo tan simple como hacerles ver que estaban equivocados, que creían en algo irreal, es lo que provoca un antes y un después.
¿Por qué impartes talleres de sexo sólo para mujeres?
Imparto talleres sólo para mujeres o sólo para hombres. El motivo de no juntarlos es que siempre hay un hombre que ejerce el papel de macho alfa, algo que acostumbran a admitir las mujeres, lo que lleva a unas dinámicas que no me interesan.
Lo que busco en mis talleres es sinceridad y autenticidad. Que alguien del grupo tome demasiado protagonismo, por la razón que sea, lleva a otros participantes a no intervenir. Con las mujeres, crear ese clima de autenticidad es más fácil, aunque he de decir que a mí me encanta trabajar con hombres, ¡disfruto con ellos!
En los talleres de hombres sucede un fenómeno bastante gracioso y es que nadie dice nada que no deba. Sin embargo, cuando alguien expresa sus sentimientos, abre la espita y anima a los demás a contar sus propios problemas. Trabajar con hombres es muy sencillo en este aspecto: ellos quieren disfrutar y hacer feliz a la mujer. Cuando les doy cuatro cosas y les enseño a seducir y a tener un libro de estilo, un porcentaje elevado de estos hombres da un gran paso adelante. Para que una mujer se rinda en la cama, antes hay que ganarse su confianza. En cambio, todo esto con las mujeres es más complicado.
¿Qué se lee en el libro de estilo de las mujeres?
Lo primero, que te ha de gustar tu cuerpo y luego ya lanzarse, porque las mujeres muchas veces nos perdemos la mitad de lo que podríamos haber vivido porque siempre estamos en la cabeza: “Que si mi cuerpo falla por aquí”, “que qué pensará él de mí”... Mi mensaje para ellas es: ¡Vuelve a ser una niña y haz el loco! ¡Experimenta! ¡Pon tu cuerpo a prueba! ¡Zarandéalo! ¡Grita! ¡Diviértete!
¿Qué nos queda por decir?
Lo hemos dicho todo; el problema es que igual no se nos ha escuchado… Tal vez añadiría que el sexo, cuando se coloca en el sitio en el que debe estar, igual no es tan importante como pensamos. No digo que no debamos practicar sexo; al contrario: en este sentido es muy importante. Lo que digo es que en ocasiones lo situamos en un pedestal demasiado alto que nos lleva a frustrarnos.
Ya lo he comentado antes, pero lo vuelvo a repetir: igual que muchos hombres y mujeres dedican tres horas a la semana a ir al gimnasio, a practicar footing o a ir en bicicleta, yo recomendaría a cualquier persona que reservara una hora al mes para pensar en cómo puede mejorar su sexo, pero no desde la exigencia, sino con la intención de disfrutar mucho más.
Te recomendamos:
Puedes saber más de Sylvia de Béjar en su página web http://www.sylviadebejar.com/
Ilustraciones cortesía de Sylvia de Béjar by http://spookydelight.blogspot.com.es/