Mi pareja tiene fibromialgia: ¿Cómo puedo ayudarle?

    Mi pareja tiene fibromialgia: ¿Cómo puedo ayudarle? © Depositphotos.com/Wavebreakmedia

    La fibromialgia es, posiblemente, la enfermedad más debatida en la actualidad en el ámbito sanitario. El origen de dicha discusión médica reside en la falta de información sobre el trastorno y la ambigüedad de las pruebas médicas, por lo que muchas veces se ha explicado como un problema psicológico, más que físico.

    Sin embargo, las personas que lo sufren describen dolores muy intensos en varios músculos, además de cansancio diario y problemas de sueño.

    ¿Qué supone esta enfermedad para estas personas? ¿Cómo afecta a sus vidas y a su relación de pareja? ¿Qué podemos hacer para mejorar su calidad de vida?

    Mi pareja tiene fibromialgia: ¿Cómo puedo ayudarle?

    Los datos son los siguientes: este trastorno afecta mayormente a mujeres, y el rango de edad medio de aparición es entre los 30 y los 50 años.

    Si tu pareja o tú os encontráis en este grupo y sufrís dolores musculares persistentes (sobre todo en la zona cervical y en las extremidades), una fatiga constante y alteraciones del sueño, es posible que la respuesta sea la fibromialgia.

    A día de hoy se han hecho diversos estudios e investigaciones que relacionan la enfermedad con alteraciones del sistema nervioso central que podrían explicar la excesiva sensibilidad en estos puntos del cuerpo.

    Sin embargo, los problemas van más allá del campo físico, y las personas con fibromialgia muchas veces acuden a profesionales con cuadros de depresión, ansiedad o estrés. ¿Causa o consecuencia de la enfermedad?

    El dolor psicológico de la fibromialgia

    Aunque no podemos dejar de lado los problemas físicos que supone este trastorno, las personas con fibromialgia también remiten problemas psicológicos que deben ser considerados. El estrés podría ser el principal.

    Algunos profesionales consideran que la enfermedad es realmente una consecuencia de altos niveles de estrés que perjudican a las fibras musculares, al estar constantemente en tensión.

    También hay que tener en cuenta que los propios dolores físicos, a menudo constantes, merman el desarrollo normal de la vida de estas personas, imposibilitando muchas actividades, lo que a su vez puede generar más estrés.

    Es como un pez que se muerde la cola, entrando en una espiral de dolor físico y estrés difícil de mitigar.

    Otro gran problema al que hay que hacer frente es la depresión, íntimamente relacionada con la fibromialgia. Las personas que padecen esta enfermedad suelen tener un estado de ánimo bajo debido, en primer lugar, a la propia repercusión social que tiene el trastorno.

    Muchos consideran que no es una enfermedad, o que exageran sus síntomas, o, básicamente, que son demasiado sensibles. Este rechazo genera una sensación de incomprensión, rabia e incluso culpa; todos factores claves para el desarrollo de un trastorno depresivo. La incapacidad para hacer cosas y el mismo dolor físico también son puntos que favorecen los síntomas de tristeza y desesperanza.

    ¿Qué puedo hacer como pareja?

    Tras tu pareja, tú eres la persona que más sufre la enfermedad. La mayoría de personas que están con enfermos de fibromialgia también tienen síntomas de depresión y estrés, generados en parte por la vivencia de la enfermedad de forma colateral.

    Los cambios que se necesitan realizar en el ámbito familiar y de la relación debido al trastorno afectan a todas las personas que le rodean.

    Es, por tanto, muy importante y necesario un buen reparto de las tareas del hogar y de la colaboración por parte de todos los miembros de la familia, así como una correcta comprensión de los posibles nuevos roles de los miembros de la pareja.

    No seas parte de ese grupo de personas que rechaza la enfermedad. Seguramente tu pareja tenga ya sentimientos de culpa por no poder hacer ciertas cosas o por “fastidiar la vida de los demás”, y tristeza o enfado al pensar “¿por qué a mí?”.

    Por tanto, no añadas tú más culpa, recriminando su situación, poniendo mala cara cuando te pida ayuda o mostrando el cansancio generado. No rechaces la enfermedad ni a tu pareja por padecerla.

    La empatía es clave en este problema: no puedes sentir lo que ella padece físicamente, pero sí puedes notar su pobre estado de ánimo. Así que compréndela y apóyala en todo momento.

    Está claro que la fibromialgia es un trastorno muy complicado para la vida en pareja. Pero lo que es más obvio es que, si no trabajáis juntos para combatirla, la enfermedad podrá con vosotros.

    Debéis cuidaros mutuamente para superarlo y para que la relación no se vea tan afectada, entendiendo que habrá momentos muy difíciles ante los que no hay que ceder, así como grandes oportunidades para seguir disfrutando cada uno del otro.

    Recuerda: en ambas ocasiones, tu pareja te va a necesitar más que nunca.

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