Si es posible, mejor un váter para cada uno
Las ocupaciones íntimas conllevan ruidos, olores y en ocasiones restos biológicos “olvidados” que pueden actuar como potentes anti-libido entre los amantes.
Sobre todo cuando esto se convierte en un hábito fruto de la confianza que dan los años de relación.
En estos casos sí se cumple aquello de “la confianza da asco”.
No obstante, muchas personas ni siquiera son conscientes de esta realidad, y sólo caen en la cuenta al tratar estos temas en consulta.
Es entonces cuando llegan repentinamente a la conclusión y exclaman: “Es cierto, mi pareja siempre...”.
Olores y restos biológicos, enemigos de la vida en pareja
Como habrás podido comprobar, la vida de pareja tiene muchos enemigos, y la higiene personal puede ser uno de ellos si no se gestiona bien.
Quien tenga la suerte de disponer de un baño para cada uno, se puede sentir muy afortunado.
Pero para la inmensa mayoría que ha de compartirlo, es muy importante poder llevar una buena gestión de ese espacio íntimo.
El secreto está, pese a la obviedad de la afirmación, en tratar de dejar el lugar como si nunca nadie hubiese pasado por allí.
No creo que haya muchos que se opongan a lo que acabo de decir; pese a ello, más de uno lo habrá pasado por alto en ocasiones.
Si además de eso limitamos todo tipo de actos fisiológicos al espacio del W.C., mejor que mejor.
Muchas parejas ya verbalmente sueltas, tras abrir la veda a estos asuntos de higiene personal, se atreven a decir en consulta: “Me da vergüenza contarlo pero me molesta mucho: mi pareja se tira pedos en casa. No sé si es que cree que no le oigo”.
Tremendo error: si quieres que fuera y dentro de la cama las cosas os vayan bien, haz todo en el W.C. y nada fuera de él.