Violencia de género: un drama con muchos tentáculos

    Violencia de género: un drama con muchos tentáculos © Depositphotos.com/Konrad Bąk

    Con el término “violencia de género” denominamos al abuso que se produce entre hombres y mujeres en el seno de la pareja.

    Solemos escandalizarnos, y con razón, ante los casos de hombres que asesinan a sus mujeres tras una ruptura sentimental o por un simple ataque de celos.

    También existen los casos de mujeres que agreden físicamente a sus parejas, aunque son minoritarios.

    Violencia de género: un drama con muchos tentáculos

    La violencia silenciosa: sometimiento psicológico

    Junto a estos casos que encabezan cada poco tiempo los telediarios y que generan un unánime rechazo social, tiene lugar una violencia más extendida y silenciosa: aquella que se basa en el sometimiento psicológico.

    Ésta se produce cuando uno de los dos claudica frente al otro de sus derechos como individuo. “No salgo para que no se enfade”, “si le digo que voy a tomar una cerveza con mis amigos después del trabajo no veas la que me monta”, “a veces me hace devolver la ropa que compro porque me dice que es demasiado sexy”…

    En éstos, como en muchos otros ejemplos del estilo que podríamos citar, también se está produciendo un abuso. Un abuso basado en el control y en el miedo de uno hacia el otro.

    Otra clase de violencia psicológica también muy extendida es la que se produce cuando, sutil o descaradamente, a solas o delante de amigos y familiares, se humilla al otro: “tú que vas a saber de política si no tienes ni idea”, “¿Fulanito, eres tonto?”, “eres incapaz de hacer nada bien”… por poner sólo alguno de estos desagradables ejemplos.

    Seguro que alguna vez has presenciado sorprendido este tipo de comentarios.

    La dependencia y la violencia de género

    No obstante, hemos de dejar una idea bien clara, aunque quizás para algunos suene políticamente incorrecta: para que el agresor tenga pista libre para agredir, al mismo tiempo debe existir alguien que desempeñe el papel de víctima.

    Y en la base de este peligroso juego se encuentra la dependencia emocional y/o económica de la víctima, que le lleva a soportar las agresiones y a seguir ahí pese a todo.

    Esta dependencia es utilizada consciente o inconscientemente por el agresor para seguir actuando a placer, sabiendo que, pese a todo, el otro aguantará cualquier cosa.

    Y es que existe un patrón de parejas que viven su relación desde un modelo de dominancia-sumisión basada en la dependencia de uno y el poder del otro.

    El abuso psicológico y el físico forman parte del mismo continuo, representando cada uno los diferentes niveles de gravedad del abuso de poder.

    Así que la única salida para ambos, tanto para la víctima como para el agresor, es reencauzar clínicamente su problema.

    Vídeo en el que personajes famosos y anónimos sacan tarjeta roja al maltratador.

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