Casarse o no casarse, ésa es la cuestión
Casarse de blanco y por la Iglesia es una de las tradiciones más arraigadas en nuestra sociedad. La cosa viene de lejos: antiguamente el ritual matrimonial suponía mucho para los novios.
Abría la puerta a la sexualidad de pareja y a la pérdida de la virginidad simbolizada en el vestido blanco. En definitiva, era un pasaporte hacia la libertad íntima y familiar.
El padre entregaba a su hija, virgen, y la madre entregaba a su hijo, también virgen, para fundar juntos una nueva unidad. Se cerraba así un círculo vital fundamental.
A día de hoy sólo quedan las ascuas de aquellas brasas. Muy poca gente llega virgen al matrimonio; de hecho, un buen número de parejas ya conviven antes de casarse, e incluso tienen hijos antes fuera del matrimonio.
La fuerza de las tradiciones
Por tanto, ¿por qué sigue existiendo esa atracción por el matrimonio tradicional?
El interés del ser humano por las tradiciones es muy antiguo: sólo en España la riqueza de los ritos regionales enamora y emociona a lugareños y visitantes de todas las procedencias.
Las tradiciones tienen la capacidad de unir y hermanar a los grupos de individuos. Ése es uno de los sentimientos que laten detrás del matrimonio: es símbolo de unión.
Pese a que un matrimonio actual puede durar, como dice Sabina, “lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on-the-rocks”, la ilusión del “hasta que la muerte nos separe” sigue viva en el imaginario colectivo y confiere una romántica sensación de seguridad a los contrayentes.
Oficializar la relación es un compromiso y una meta muy importantes para ciertas personas.
La idea del matrimonio, fuente de muchos problemas de pareja
Conviene tener en cuenta que muchos problemas y frustraciones de pareja tienen en su base las divergencias existentes entre ambos en lo que respecta a la idea de matrimonio.
Y es que el “efecto” de esta tradición no ejerce su influencia a nivel consciente. Incluso los defensores más fervientes del matrimonio admiten que se trata de un ritual.
Como en toda tradición, el efecto del matrimonio actúa a nivel pasional y emocional, es decir, es algo que se siente o no se siente.
Así que no hay que buscarle una explicación racional ni razonable.
Para entender mejor este concepto, pondré un ejemplo: “No es bueno defraudar a Hacienda” sería una reflexión racional; por su parte, “quiero casarme de blanco” nace de un sentimiento.
Así que no le des más vueltas: si eres de los que se quiere casar, adelante.
Y si eres de los que no quiere, no intentes entenderlo con la cabeza: en el caso de que des el paso, sólo podrás hacerlo desde el amor a tu pareja.