Contratando a quien nos contrata
Hay muchas preguntas que te convendría plantearte antes de salir a buscar trabajo; éstas son sólo algunas de ellas.
No todo el mundo quiere trabajar para otros. Algunos sólo quieren ganar dinero o consideran que no tienen que ganárselo porque poseen tal o cual máster o porque son inteligentes.
Poseer una mente privilegiada o un elevado coeficiente intelectual (CI) no significa que esa persona pueda ser un buen colaborador o buen trabajador.
Se necesita inteligencia emocional además del CI para triunfar en la vida. ¿Tienes algún modelo de referencia? ¿Quién es tu héroe en lo profesional? ¿Por qué lo es? ¿Sabes venderte? ¿Cómo hablas de ti?
Si no crees en tu potencial, difícilmente hablarás bien de ti.
No se trata de que finjas ser quien no eres o de que falsees tu currículum. Se trata de que le saques brillo a tus capacidades y tesoros o características diferenciales.
Si sabes lo que vales y por qué lo vales, podrás entrevistar y contratar o no a quien te está tirando los tejos profesionales.
No todas las personas o tipos de personalidad ni todas las aspiraciones profesionales encajan en el mismo tipo de empresa.
¿Qué es fundamental o básico para ti?
Hace años soñaba con trabajar en una agencia de publicidad multinacional norteamericana. Lo logré. ¿Cómo? Creí en mí; creí que era posible. Y estuve dispuesta a luchar por ese puesto.
Me contrataron a pesar de ser mujer (querían a un hombre), más joven que el perfil que buscaban (pero tenía más años de experiencia y buena), y, sobre todo, me contrataron porque estaba dispuesta a comerme el mundo, y eso que mi inglés, en aquel entonces, era bastante básico.
Cuando me conocieron cambiaron de opinión y decidieron contratarme a mí en lugar de a otros hombres candidatos. Era 1984. A mí tuvieron que pagarme el traslado a Madrid; a ellos, en cambio, no habría hecho falta.
¿Por qué les contraté yo? Eran la empresa que buscaba: moderna, vanguardista… una de las mejores a nivel mundial.
Pero sobre todo aposté por el que iba a ser mi jefe: joven, inteligente, con valores; sabía delegar y estaba dispuesto a variar el rumbo con tal de lograr su objetivo (quería a un hombre para el puesto de segundo de abordo, y escogió a una mujer).
Resultó ser el mejor jefe que he tenido: fue mi mentor, supo ver mi talento y potenciarlo. Aprendí mucho con él porque era un profesional muy competente y una excelente persona.
Me enseñó a ser una buena jefa y directiva. Me enseñó a apostar por mí. Yo, a mí vez, hice lo mismo con otros en los años siguientes.
¿Qué buscas en tu empresa?
Si te consideras un buen profesional, querrás trabajar en una buena empresa donde valoren tu talento, esfuerzo, trabajo y dedicación.
Las cualidades que valoras en ti las buscarás en otros. Lo mismo que tus defectos o lo que no te gusta de ti lo rechazarás en otros o lo usarás como material de conflicto.
Años después, ya establecida por mi cuenta, hice un análisis de posicionamiento entre los lectores de prensa para un grupo editorial de periódicos. Cuando la persona que me contrataba vio mis honorarios, en lugar de regatearlos me dijo: “Dame lo mejor de ti”. Y se lo di, profesionalmente hablando.
Cuando alguien me ha regateado mis honorarios no lo he contratado como cliente, porque quien regatea no busca calidad, sólo “baratura”.
No te vendas por menos de lo que vales
Tanto si trabajas por cuenta propia como ajena, cuando te regateen pregúntales por qué te han llamado o por qué te quieren a ti como experto en tal o cual cosa.
Si no saben darte ni una sola razón de peso, despídeles. No les contrates. La persona que dispone de poco dinero pero valora, no regatea. Simplemente, informa de su presupuesto y pregunta cuánto puede comprar por esa cantidad.
Si lo tuyo es ganar dinero, tu listón estará bajo y negociarás siempre a la baja.
No salgas desesperado, esto es, no salgas pensando que si no te dan ese puesto o ese cliente no contrata tus servicios, estarás perdido y no tendrás para comer.
Sal como si no te fuera la vida en ello, como si sólo fuese una opción más; así verás muchas cosas que no se ven cuando la desesperación aprieta la mente. Nunca negocies a la baja a no ser que te guste que no te valoren.
Si tu entrevistador o potencial cliente no te da buena espina, pide un receso y analiza por qué piensas o te sientes así. Los instintos son la voz del inconsciente, aunque a veces puedan parecer el mensajero del miedo.
Tus cuatro varillas para sondear antes de dejarte contratar:
Busca la congruencia: ¿Hay algo que no te cuadre?
Busca el exceso: ¿Hay algo que sobre?
Busca la carencia: ¿Hay algo que falte?
Busca lo invisible: ¿A qué me huele esto?
© Rosetta Forner