Optimismo inteligente, una habilidad que puede entrenarse

    Optimismo inteligente, una habilidad que puede entrenarse © Depositphotos.com/Lanakhvorostova
    Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.
    Benjamín Franklin.

    Martin Seligman y la psicología positiva nos ha enseñado la importancia de vivir la vida con optimismo.

    El optimismo se define como la predisposición a entender y a analizar la realidad desde su aspecto más positivo.

    Optimismo inteligente, una habilidad que puede entrenarse

    Ser optimista te ayuda a avanzar y a no quedarte estancado ante las dificultades, inseguridades o miedos, a salir de tu zona de confort, a ser valiente y decidido.

    El optimismo te permite pensar con ilusión y esperanza, lo que hace que trabajes en el presente más convencido y con fuerza. Siendo optimista te centras en las soluciones y perseveras.

    El optimista es, en realidad, una persona realista, pues tiene más en cuenta los aspectos negativos que los pesimistas los positivos. Ser optimista no es pasar de lo negativo.

    Conviértete en optimista

    Dado que nuestra esperanza de vida aumenta, hay que poner vida a los años. No te quedes con el “yo soy así”.

    Heredamos el estado de ánimo de los padres. Entre el 25% y 50% de la habilidad para ser feliz está escrita en los genes, pero el resto es nuestra tarea; ahí está nuestro margen de maniobra.

    Nuestro cerebro es plástico y podemos reeducarle en pensamientos positivos. Es cuestión de tiempo, y créenos: lo agradecerás.

    Desarrollo-Optimismo-inteligente-1Los pesimistas se escudan en frases como “no soy pesimista, soy realista” o “un optimista es un pesimista mal informado”. Por ellas mismas, estas frases condicionan la forma de pensar.

    Toma conciencia de que las percepciones son subjetivas. Como ejemplo, la famosa botella medio llena o medio vacía. Somos nosotros quienes moldeamos la perspectiva de las cosas.

    La educación y las malas costumbres convierten en hábito un lenguaje basado en la duda, el temor o en la inseguridad.

    Tu pesimismo en ocasiones te ha traído beneficios. El victimismo provoca que los demás estén pendientes de ti, lo que refuerza la idea de que dar pena y compadecerse de uno mismo atrae a las personas.

    Pero todo lo contrario: lo que ocurre es que las alejas de ti. La gente quiere gente alegre y positiva que contagie emociones que les movilicen a vivir mejor.

    Pensamiento, emoción y conducta

    Somos pensamiento, emoción y conducta, y cada variable influye en las otras. Sólo es cuestión de romper el círculo por donde más fácil te parezca.

    Por tu mente, según la emoción, aparecen pensamientos que van adornando esa emoción: pensamientos de frustración (“es que no me sale nunca”), de inseguridad (“yo no sé si seré capaz”), de temor (“y si por eso no me dan más posibilidades”, “siempre…”, “nunca...”)…

    Todos son pensamientos que admites como reales. No los cuestionas: como representan lo que piensas, les otorgas el don de la verdad.

    Aquí está el primer error: pensar que todos tus pensamientos deben ser reales.

    ¿Verdad que cuando piensas “soy el mejor” hay una parte de ti que te dice “no te pases…”? Pues con los pensamientos negativos pasa lo mismo.

    No permitas dejarte llevar por ellos. Ha llegado el momento en el que has de agarrar el volante de tus pensamientos y decidir por dónde circular.

    Aprende a hablarte en otro idioma

    Párate y sé consciente de lo que te viene, porque ésta es la clave: aprende a hablarte en otro idioma.

    Y, como no podemos cambiar algo de lo que no somos conscientes, necesitas tomarte tu tiempo y observar, sentir y anotar qué te pasa por la mente ante situaciones que te suponen retos.

    Verás la cantidad de palabras y frases que te limitan. Tu cerebro está acostumbrado a que creas todo lo que te dices: te domina.

    Tienes un monólogo que aburre y que has aceptado con resignación. Ya es hora de que empieces a hablarte de otra manera.

    Te proponemos unos ejemplos:

    Desarrollo Optimismo inteligente

    Sin lugar a dudas, notas la diferencia. Pues el mismo precio cuesta hablar de una forma que de otra… ¡las dos son gratis!

    Entonces, ¿por qué decides hablar en gris? Dirás que no es fácil, que llevas toda tu vida hablando así y tienes 20-30-40-50 años.

    Cambia de hábitos lingüísticos

    Nadie dijo que cambiar un hábito sea fácil, pero no es imposible. Sólo es cuestión de práctica y entrenamiento. Todo depende de tus ganas y de lo limitante que esté siendo tu discurso en tu vida.

    Los motivos que te llevan a cambiar un hábito son personales, pero los beneficios son comunes.

    Las personas que comienzan a hablarse de este modo se sienten capaces, con más fuerza, y se predisponen a las nuevas oportunidades con energía renovada.

    Se centran en su presente, borrando experiencias pasadas que sólo tendrán ya en cuenta para mejorar, perfeccionarse y seguir intentando lo que se proponen.

    Entonces, ¿qué es ser optimista?

    El optimismo es la gasolina de la automotivación. Goleman defiende que el optimista:

    - Persiste en sus objetivos a pesar de las dificultades y contratiempos que surjan.

    - Actúa, porque tiene la esperanza de que las cosas salgan bien, centrándose en las oportunidades y no en las amenazas.

    - Piensa que las dificultades o contratiempos se deben a circunstancias manejables más que a fallos propios.

    Seligman informa que los estudios demuestran que los pesimistas se rinden con más facilidad y se deprimen con frecuencia.

    Sin embargo, los optimistas van mejor en el deporte, en los estudios y en el trabajo, y disfrutan de una mejor salud.

     

     El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia.
    Henry Ford.

     

    Así que decide tu futuro y entrena tu optimismo.

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