Lo que no puedas cambiar, acéptalo
Seguro que hay muchas cosas que te gustaría cambiar. Pero de todas esas, ¿cuántas dependen de ti?
Descarta todas las que estén fuera de tu control, como el color de tus ojos, tus disposiciones genéticas, el carácter de tu madre, los gustos de tus hijos, los sueños de tu pareja o los errores de tu pasado.
De eso te quiero hablar en este artículo, para que tomes conciencia de que lo que no puedes cambiar, hay que aceptarlo.
Aceptar no es lo mismo que conformarse
La aceptación entendida como una fase de crecimiento personal es el primer paso para avanzar, para seguir adelante y trasformar nuestra vida.
La aceptación nos inclina hacia la acción, ya que implica una decisión voluntaria de tomar por bueno algo sobre lo que no tenemos dominio y que nos desagrada. Nada tiene que ver con la actitud de abandono que conlleva la conformidad.
Estarás de acuerdo conmigo en que luchar contra un hecho, una situación o una decisión inamovible es un enorme gasto de energía que sólo nos lleva a la frustración y a la impotencia. Supone un gran desgaste emocional y un sufrimiento innecesario.
Aceptar es abandonar una batalla hacia algo que no tiene solución y que no depende de ti y empezar a buscar otros caminos. Conformarse, por otro lado, en resignarse a algo, rendirse sin más.
La conformidad es una actitud de intolerancia hacia algo pero sin acción; es un proceso que nos lleva al estancamiento. La personas que se conforman son aquellas que se pasan el día lamentándose por lo que no tienen, por sus circunstancias y por su mala suerte, y se convierten así en víctimas de ellas mismas.
Ante unas condiciones dadas, la persona que vive la vida desde la aceptación de aquello que no puede cambiar se esfuerza por buscar otras opciones que le lleven a conseguir lo que quiere o lo que le hace feliz, asume lo ocurrido y se centra en poner el foco en otros aspectos que le resulten más agradables o placenteros.
Recuerda que sólo puedes cambiar aquello que depende de ti. Empieza por aceptar lo que no esté en tus manos y, a partir de ahí, decide qué quieres hacer con ello.
Aceptarse a uno mismo
La auto-aceptación es la base de una buena autoestima, y me atrevería a decirte que es una garantía de bienestar y salud emocional.
Aceptarte tal y como eres significa reconocer tus fortalezas, pero también tus debilidades. Reconocer tus carencias es el primer paso para trasformar lo que no te gusta y poder construir a partir de ahí.
A nivel físico hay cosas que puedes cambiar si no te gustan porque dependen en gran medida de ti, por ejemplo estar más delgado o en mejor forma física, pero ¿qué pasa si mido 1.65 o si mi pelo ha decidido caerse antes de lo que me gustaría? ¿Y si mis caderas son muy anchas?
Aprender a convivir de forma saludable con lo que no podemos modificar es muy importante. La mejor forma de conseguirlo es ser consciente de que eres mucho más que un cuerpo.
También en tu personalidad y en tu carácter habrá cosas que te encanten y otras que te gustaría cambiar.
Puedes aprender a ser más positivo o a comunicarte de forma más asertiva, pero si no empiezas por aceptar que tiendes a la negatividad o que hablas de forma impulsiva sin control ni tacto alguno, poco puedes hacer.
Y eso es algo maravilloso, así que disfruta y valora tus diferencias porque eso es precisamente lo que te hace único.
Aceptar a los demás
Si aceptarse a uno mismo no es tarea fácil, aceptar a los otros puede resultar aún más complicado, sobre todo si se te olvida a menudo que no puedes cambiar a los demás, sino sólo a ti mismo.
A menudo nos enfrascamos en tediosas discusiones con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros padres o nuestros amigos, y es posible que acabemos pensando: "Todo sería más fácil si… me hiciera caso, cambiara esto, pensara en aquello", etc.
En fin, que sin darnos cuenta acabamos juzgando a los otros desde nuestro modelo de mundo e intentamos que sean como nosotros sin darnos cuenta de que cada uno es como es y que en las decisiones, en la vida y en la felicidad de otros poco podemos hacer.
Te guste o no, la forma de ser de tu padre no está en tus manos, así que deja de intentar cambiarle y acéptalo. Y si de verdad quieres a alguien en tu vida, si la has elegido como pareja, es porque te aporta muchas cosas, porque te hace sentir bien, así que deja de intentar cambiarla y acéptala.
Aceptar a los demás tal cual son, con sus cosas buenas y también con esas que te sacan de quicio es lo que te hace tener relaciones auténticas, es lo que significa querer de verdad, sin juicios, sin imposiciones, sin chantajes, simplemente partiendo de aceptar lo que no te gusta para poder centrarte en disfrutar de lo que te encanta.
Aceptar la realidad
A estas alturas seguro que ya has comprobado por ti mismo que la vida es un camino de rosas en el que siempre te encuentras alguna espina.
Puede que la espina con la que te haya tocado pincharte sea una ruptura sentimental, una enfermedad, una precaria situación económica, un accidente, una pérdida o cualquiera de esas cosas que nunca quieres que te pase a ti y que en el fondo nos pasan a todos.
Cuando te encuentras ante un problema o situación desagradable lo primero que haces es buscar soluciones, pero hay veces que la solución no está en tus manos, que por mucho que pelees, te indignes o llores no depende de ti que las cosas cambien. Es entonces cuando tienes que aceptarlo, aunque cueste.
Por muy duras que sean las circunstancias, de nada sirve negarlas; cuanto antes asumas la situación, más pronto podrás empezar de nuevo. Recuerda que la aceptación te lleva a la búsqueda de nuevos caminos.
No se trata de conformarte con lo que te ha tocado, sino de tomar conciencia real de lo que te está pasando ahora y buscar la forma de mejorar tu situación de mañana.
Aceptar es pasar a la acción, ya que la vida no se trata de esperar a que pase la tormenta sino aprender a bailar bajo la lluvia.
Aceptar los errores del pasado
Todos cometemos errores; tú no eres una excepción. De nada te sirve cargar con ese peso el resto de tus días. Lo pasado, pasado está.
Una frase que me gusta mucho y que le escuché a un gran maestro es “tu pasado no determina tu futuro”. Sea lo que sea lo que te ocurrió, lo que hiciste, lo que te hicieron, acéptalo y pasa página.
Aprende a vivir con tus errores, acepta que te equivocaste y encara tu futuro con una nueva perspectiva.
Perdona a los que te hicieron daño y sobre todo perdónate a ti mismo por obrar mal; ésa es la mejor manera de abandonar la mochila que te impide avanzar.
Así que ya sabes: aquello que no puedas cambiar, simplemente acéptalo. La aceptación es una puerta mágica que se cierra a los problemas y se abre a las oportunidades.