¿Cómo quieres que te quieran?
En este artículo te invito a que repases conmigo algunas de las cuestiones que te conviene tener claras para que tus relaciones funcionen.
Cada individuo crea una idea en su cabeza, una especie de código o de normas que la otra persona debe seguir para que nos haga sentir queridos.
En una pareja, cuando las dos partes tienen identificadas sus propias reglas y son conocedores de las reglas del otro, aumenta enormemente la conexión entre ellos.
Por el contrario, cuando no se cumplen las necesidades de alguno de los dos empezamos a notar que algo falla.
Cuando uno empieza a sentir que la otra parte no cumple con las expectativas que le gustaría, deja de sentirse querido y empieza a crear una serie de ideas en su cabeza que generaran multitud de desencuentros.
¿Sabes exactamente qué cosas son las que te hacen sentir querido? ¿Sabes cuáles son los detalles que más valoras? ¿Sabes qué tienen que decirte y con qué frecuencia?
Tal vez pienses que te gusta lo que le gusta a todo el mundo. Pues te digo desde ya que cada uno somos un mundo.
Aunque hay cosas que se podrían generalizar, lo mejor es ir a lo concreto en cada persona.
Por ejemplo, hay quien le da mucha importancia a las fechas (aniversarios, cumpleaños, etc.) y que valora mucho que se acuerden de ese día y que haya algún regalo o algo especial.
A otros, en cambio, puede que les de igual un día que otro y que celebren cosas porque sí o pasen de los regalos en general.
Hay personas que para sentirse queridas necesitan que les den un beso antes de salir de casa y al regresar, que les digan que les quieren todos los días o que les cojan de la mano al ir por la calle.
Hay quien necesita que se interesen por su trabajo, que les sorprendan a menudo o que le preparen la cena, que le miren de una manera especial, que le llamen por teléfono varias veces al día, etcétera, etcétera.
En general seguro que a todos nos gustan esas cosas, pero lo importante es saber qué nos gusta más y en qué medida.
Hay personas que necesitan oír ciertas cosas como: “te quiero”, “te echo de menos” o “eres importante para mí”, y hay personas que prefieren ver una foto en la cartera del otro, una nota en la cocina, la casa recogida o dos entradas para un partido especial.
Hay quien necesita sentir una caricia, el apoyo de una mirada o los nervios compartidos por algo importante.
El otro lo tiene que saber
Es importante que identifiques cuáles son tus preferencias y tus prioridades, o sea, qué cosas son importantes y cuáles imprescindibles para que te sientas querido.
Pero igual de importante es que se lo hagas saber a la otra persona. A menudo lo damos por hecho y esperamos que haga cosas que ni sabe que quieres que haga.
Aunque no seamos conscientes, saber qué cosas son las que realmente valoramos en la otra persona, qué tiene hacer, que tiene que decir y cómo nos lo tiene que demostrar es fundamental para mantener viva una relación.
Al igual que tener claro qué cosas son las que la otra persona necesita, el querer siempre es un juego de dar y recibir.
Puede parecer algo muy obvio, pero son muchas las parejas que terminan rompiéndose por no ser conocedores de estas cosas.
Todos conocemos casos de personas que dijeron aquello de “no entiendo que pasó, se lo di todo”. ¿Qué es todo? ¿Todo lo que tú pensabas que quería?
Pero quizás eso no coincida con lo que la otra parte realmente quería. ¿Todo lo que a ti te gustaría que te dieran? Tal vez necesitara otras cosas.
También es habitual escuchar la pregunta de: “¿Entonces nunca me ha querido?”. Pues claro que te habrá querido, sólo que no de la manera en qué tú necesitas.
Todos tenemos la capacidad de amar y de entregarnos a los demás, pero cada uno elegimos nuestra particular forma de hacerlo, y esa forma debe de encajar con alguien que quiera que le quieran justo de esa manera.
No sólo en las parejas
Este tipo de reglas se dan en todas las relaciones humanas, no sólo en las parejas. De hecho, es muy habitual también entre padres e hijos.
Seguro que conoces a alguien que se queja constantemente de que no le ayudan con las tareas domésticas.
Algo que a priori puede parecer trivial puede desencadenar algo mucho más grave si no le prestamos la atención que merece.
Tal vez para ese padre el hecho de recibir ayuda de sus hijos le hace sentirse querido.
Lo mismo pasa con el niño que anhela que su padre vaya a verle a un entrenamiento, o que le lleve con él cuando sale en bici.
Cada niño tiene una idea de lo que sus padres deberían hacer para que él se sienta querido, y no siempre coincide con la idea que tienen los padres.
Si hasta ahora lo has dado todo por hecho o nunca le habías prestado atención a estas cosas, quizás es el momento de que te hagas estas preguntas: ¿Qué tiene que ocurrir para que te sientas querido? ¿Qué tienen que decirte? ¿Cómo tienen que demostrártelo? ¿Qué esperas que hagan por ti?
En definitiva, ¿cómo quieres que te quieran? Y ¿cómo les gusta que les quieran a las personas que amas?
Cuando tengas identificadas tus normas y las de los tuyos podrás dar y recibir más, y así cada vez sentirte más completo y devolver con creces todo lo que te llega.