Empatía I: ponerse en los zapatos del otro
A todos los seres humanos nos gusta que nos presten atención, que nos escuchen y nos tomen en serio. La mejor manera de conseguirlo es aprender a prestar atención a los demás, a escucharles y a tomarles en serio.
La empatía tiene que ver no sólo con darse cuenta de cómo se siente el otro; también con el tipo de respuesta que damos ante eso que percibimos.
Por ejemplo, si un día llegas a la oficina y tu compañero de trabajo tiene mala cara, sus ojos parecen hinchados y no levanta la vista de su ordenador, no hace falta ser muy empático para darse cuenta de que le pasa algo.
Si cuando le preguntas te responde que su mujer se ha ido de casa, te puedes hacer una idea de cuál es su estado emocional, por lo que una respuesta del tipo “¿Ah, sí? ¿Y cuándo lo celebramos?” no sería la más conveniente…
La importancia de conectar con el otro
Para ser más empáticos con los demás nos conviene prestar atención a cómo nos comportamos cuando estamos interactuando con alguien. Se trata de crear una sensación de conexión con esa persona.
Aunque muchas de las cosas las percibimos y las trasmitimos de manera inconsciente, conviene saber cómo estamos influyendo.
Por una parte, hablamos de sintonía verbal cuando nos referimos a reflejar en nuestro discurso las palabras, expresiones o figuras retóricas que ha utilizado la otra persona.
Cuando adaptamos nuestro lenguaje a la otra persona, ésta se siente mucho más entendido y percibe cómo más agradable la conversación. Sin saber por qué, el otro se irá pensando que le gusta hablar contigo, que se siente bien.
Por otra parte, hay que tener muy en cuenta la sintonía no verbal, o sea, la postura de nuestro cuerpo y sobre todo la orientación de éste.
¿Alguna vez te ha saludado alguien por la calle y te ha dado la impresión de que tenía muchas ganas de salir corriendo? ¿Te has fijado en su cuerpo? Es muy probable que su cara te mirara pero que, con su cuerpo ya girado, te estuviera diciendo adiós.
Lo que dice tu mirada
El contacto visual es otro punto clave en la empatía. Para que alguien se sienta atendido hay que mirarle a la cara, pues es lo que le hará sentir que estás por él.
Si alguna vez te han despachado en algún sitio sin levantar la vista de lo que estuvieran haciendo sabrás a lo que me estoy refiriendo.
Siempre que le hables a otra persona u otra persona te esté hablando, mírale a los ojos; más allá de hacerlo por mera educación, trasmitirás honestidad, confianza y seguridad en ti mismo.
Además, todos nos sentimos más atraídos hacia este tipo de personas.
La escucha activa. No vale solo con oír: hay que prestar atención y hay que escuchar. Eso implica detenerse ante lo que estás oyendo y centrar tu atención en ello.
Hay personas a las que no les resulta fácil, pues hay que silenciar nuestro diálogo interior para estar 100% en las palabras del otro. Cuando desarrollas la capacidad de escuchar de forma activa descubres cuántas cosas te has perdido por no saber escuchar.
Escuchar de esta manera a otro le ayuda a sentirse entendido y acompañado, y en ocasiones es la mejor ayuda que puedes prestar.
Las personas que muestran un falso interés en los demás a menudo se delatan fácilmente con indicios no verbales que trasmiten de forma inconsciente.
Ser empático tiene que ir de la mano de ser auténtico; si no, antes o después se te verá el plumero.
En el siguiente artículo seguiremos hablando de la empatía y de cómo tratando a los demás como personas únicas puedes mejorar mucho tus relaciones personales y enriquecerte con ellas.