La actitud cura: afrontar la enfermedad desde el lado positivo
La reacción más lógica ante estas circunstancias es la negación, la explosión de rabia, la ira y el dolor. La tristeza y el abatimiento se apoderan de la persona y de sus seres queridos.
Pasada esta fase inicial es cuando las personas empiezan a adoptar una determinada actitud o un posicionamiento ante la nueva situación que les ha tocado vivir, y ésta es la diferencia que marcará la diferencia.
¿Para qué complicar más las cosas con pensamientos negativos?
Aceptar la situación lo antes posible
Lo más recomendable es aceptar la situación lo antes posible; para poder cambiar algo, primero debemos ser conscientes de ello.
Hay que evitar adelantarse a los acontecimientos. Lo que está por venir nadie lo sabe, y ponerse en lo peor no nos ayuda a prevenirlo. Lo mejor es centrarse en el siguiente paso y después en el siguiente, y poco a poco ir avanzando, atajando las dificultades conforme se vayan presentando.
Si no, podemos caer en el error de preocuparnos por algo que quizás nunca ocurra.
El principal enemigo es el miedo
El principal enemigo contra el que se lucha en una enfermedad es el miedo. La incertidumbre de no saber a lo que hay que enfrentarse es lo que nos hace generar sufrimiento.
La mejor manera de combatir esa incertidumbre es pedir información. Hay personas que eligen no saber; yo pienso que es preferible hablar con los médicos y pedir las explicaciones necesarias para conocer con la mayor exactitud posible qué nos pasa y cómo podemos solucionarlo.
El tratamiento lo decidirán los médicos; cómo se va a afrontar ese tratamiento lo decide el paciente. Hay personas que optan por compadecerse de ellas mismas, recrearse en el dolor y adoptar el rol de víctimas, lo cual no les beneficia en absoluto.
Las personas que desde el principio se predisponen a situarse en el lado positivo presentarán de entrada un mejor pronóstico.
Rodéate de tus personas más queridas
En los momentos difíciles es cuando necesitamos estar cerca de las personas más queridas, y es cuando nos damos cuenta de con quién contamos y con quién no. Además, es fundamental rodearnos de aquellos que nos transmitan energía positiva y grandes dosis de optimismo.
El sentido del humor, sentirse querido y compartir los sentimientos son los ingredientes perfectos para indicarle al cuerpo y al cerebro que tú tienes mucho que decir en cómo va a ser el proceso de curación.
Se ha comprobado que existe una relación directa entre el cuerpo, la mente y las emociones.
Algunos investigadores lo han bautizado con el nombre de psiconeuroinmunología, término que se refiere a esa interacción biológica entre el sistema nervioso, el sistema inmune, el sistema endocrino, las actitudes y los comportamientos, y en cómo esta relación afecta en el desarrollo de enfermedades o en sus procesos curativos.
Son muchos los médicos que aseguran que la actitud del paciente y su estado emocional son determinantes en la evolución de la enfermedad.
Trabaja para aumentar tu optimismo
Por ello es conveniente hacer cosas que nos ayuden a mantener el optimismo, como ponernos en contacto con personas que hayan pasado por una situación similar, escribir un diario o crear un blog, escuchar música alegre que nos llene de vitalidad, engancharse a un libro o ver películas divertidas.
Y, sobre todo, compartir y expresar lo que se siente, darse permiso para llorar, para estar triste y para desahogarse de la manera que cada uno necesite. Esto también forma parte de la mejoría emocional.
Ser optimista cuando las cosas van bien es fácil, pero serlo cuando estás pasando una enfermedad requiere un esfuerzo mucho mayor.
Si uno siente que no puede hacerlo solo, siempre puede buscar ayuda de un profesional; lo importante es tener la certeza de que una buena actitud puede ser determinante para curarse, y de que querer afrontar la enfermedad desde el lado positivo depende de ti.