Desárrollate a través del arte
Hace unos años se bautizó como “estrés” al conjunto de síntomas que aparecen cuando nuestra mente y nuestro cuerpo se saturan ante tales volúmenes de información y ocupaciones distintas.
Es como si en nuestro disco duro particular no cupiesen más gigas de información, y el cuerpo dice “basta”.
En toda esta vorágine vital, solemos abordar el trabajo desde una perspectiva intelectual, a veces mecánica: muchos repetimos día tras día las mismas operaciones, harto conocidas, sin dejar espacio a la innovación ni a la creatividad.
Tras ocho interminables horas volvemos a casa y, en lugar de reactivar la energía que nos queda mediante el ejercicio físico, la lectura o la simple socialización, la dejamos morir en el sofá, inertes enfrente de la televisión o del ordenador portátil.
Desarrolla tu creatividad
Lo más creativo que muchos hacemos a lo largo de la semana es variar cada noche un ingrediente de la ensalada. Y algunos, ni eso.
Aunque nos olvidemos frecuentemente de ella, todos los seres humanos tenemos una dimensión creativa.
Nos conviene reconocerla y atenderla, pues constituye una parte esencial en nuestro desarrollo como seres humanos plenos.
La intelectualidad está muy bien y, sin duda, es uno de los pilares de nuestra formación personal; la expresión artística en cualquiera de sus formas constituye, también, uno de esos sustentos.
No podremos constituirnos como seres integrales si no canalizamos y expresamos, a través de las herramientas que nos brinda el arte, nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestros impulsos más primitivos, que muchas veces se encuentran reprimidos.
Encuéntrate a través de las actividades artísticas
Danza, teatro, pintura, música… A lo mejor piensas que las actividades artísticas no van contigo.
Quizá las relaciones con las actividades extraescolares de tu infancia o con un gremio de bohemios que tienen ese talento o ese duende que a ti te falta.
Yo te invito a que pienses lo siguiente: ¿hay alguien que te vaya a exigir que seas el próximo Leonardo da Vinci o el nuevo Plácido Domingo?
En el arte del que estamos hablando no se trata de ser el mejor, sino de desarrollar una parte de nosotros que, a veces, tenemos un poco dormida.
Ahora que acaba de empezar un nuevo curso tienes una buena oportunidad para adentrarte en la disciplina artística que más te guste, buscando la opción que mejor se ajuste a tus horas de tiempo libre.
La oferta, incluso en pequeños pueblos a través de sus casas de cultura, es amplia y admite cualquier rango de edad.
Apuntándote a un curso de fotografía o a un grupo de teatro aficionado no estarás llevando a tu cuerpo al límite después de una intensa jornada laboral; al contrario: mantenerte activo en un ambiente distendido te ayudará a acabar el día con las pilas recargadas, a la vez que relajado.
Tu humor crecerá, abordarás las últimas horas de la noche con más energía y dormirás mejor.
¿Te suena todo esto? Son los mismos beneficios que te ofrece el ejercicio físico, sólo que además estarás desarrollando tu esfera creativa.
Cuando escribes, bailas, pintas, interpretas, cantas… pones en marcha unos resortes que no entienden de intelecto, lógica o reglas preestablecidas. Te conectas con la intuición y con tus instintos básicos.
A medida que ganas soltura, surgen de ti impulsos que te invitan a ir un paso más allá, a crear tus propias formas de arte, a dejarte llevar por el caudal de la inspiración.
También, claro, encuentras limitaciones: quizá te des cuenta de que tus pies no son lo suficientemente hábiles para seguir el ritmo de un forró brasileño.
Cuando te topes con un muro que parece que te impedirá seguir evolucionando, date cuenta de que el simple hecho de reconocer y aceptar ese límite ya es un signo de evolución.
Y recuerda añadir al “no puedo hacerlo” la coletilla mágica: TODAVÍA…
Pronto empezarás a notar en tu día a día los beneficios que te reportarán estos minutos diarios que dedicarás, sencillamente, a estar con la versión más creativa de ti mismo.
Y es que, sin darte cuenta, aplicarás a cada ámbito de tu vida aquellas facetas que desarrollarás con el arte.
Éstas son sólo algunas de ellas:
El contacto con el cuerpo (tuyo o de otras personas, como sucede en la danza y en el teatro).
La concentración.
La libertad de movimiento.
El sentido del humor.
El rigor.
La espontaneidad.
Las habilidades sociales: las relaciones se construyen de una manera más intensa si tienen como escenario cualquier tipo de arte, pues en él las personas se expresan más libremente y comparten pensamientos que de otra forma no compartirían.
La capacidad para expresar y compartir sentimientos y emociones.
La empatía.
El sentido del ridículo.
La agilidad, la flexibilidad y el ritmo.
Al final, el arte es una forma de meditación, pues estás contigo mismo en un ambiente íntimo, aunque en él también haya otros individuos.
Y, elijas la disciplina que elijas dependiendo de tus gustos, recuerda que, en el fondo, todas se fundamentan sobre las mismas bases y contribuyen de igual manera a tu desarrollo personal.