Regresiones: cuando tu hijo vuelve a comportarse como un bebé

    Regresiones: cuando tu hijo vuelve a comportarse como un bebé © Depositphotos.com/Stylepics

    Cuando los niños sufren algún cambio en sus vidas o se enfrentan a situaciones estresantes, es posible que tengan comportamientos infantiles que ya se habían superado.

    Como padres, primero debéis entender la causa de dicho retroceso, porque quizá esté más cerca de lo que creéis.

    Una vez evaluada la situación, hay que aprender a ponerle solución.

    Regresiones: cuando tu hijo vuelve a comportarse como un bebé

    La regresión es un concepto psicológico que se refiere a la realización de conductas que, por el marco evolutivo y del desarrollo del individuo, ya se habían superado.

    Es decir, comportarse de forma infantil teniendo una edad que no corresponde con dichas conductas.

    ¿Por qué se producen las regresiones?

    Es muy común en los niños este comportamiento, sobre todo a partir de los tres o cuatro años.

    En esta edad es cuando la gran mayoría de los niños ya debería haber aprendido unos correctos hábitos de higiene y sueño, así como tener adquirido un adecuado control de esfínteres.

    Ocurre que muchos niños vuelven a tener conductas relacionadas con estos aspectos de un modo más infantil.

    Así, no saben lavarse solos, vuelven a no dormir por las noches y lloran constantemente, se hacen pis o caca encima, quieren volver a comer de biberón y a estar todo el día en el carrito, o se pasan todo el día berreando y hablando como un bebé.

    ¿Cuál puede ser la causa de la regresión?

    Habitualmente se producen cuando el niño ha sufrido un gran cambio en su vida, ya sea por empezar el curso preescolar, el nacimiento de un nuevo hermano, un acontecimiento en la situación familiar, etc.

    Es decir, un estresor ambiental que signifique un gran cambio para él.

    Éste depende de cada uno y no tiene por qué suponer algo complicado para un adulto, pero, dependiendo de las habilidades de afrontamiento y de adaptación del niño, sí puede suponer un problema para él.

    Se sienten inseguros y de ahí esos comportamientos más infantiles, buscando el cuidado, la seguridad y la protección. Otras veces, el origen puede deberse a los comportamientos de los padres.

    Si tenéis frecuentes discusiones de pareja, si estáis con el estado de ánimo muy bajo, o si pasáis por una mala racha y estáis nerviosos; todas estas situaciones y emociones son percibidas por los hijos y les afecta, convirtiéndose así en el estresor que causa dicha regresión.

    ¿Qué hacemos para superar una regresión?

    Los padres podéis ser de gran ayuda en esos momentos. Lo primero es entender lo que ocurre, ya que cada situación será diferente, y hay que comprender muy bien lo que le pasa a tu hijo.

    Debes entender que es un proceso normal y que no hay que ser muy duro con él, ya que es una respuesta evolutiva que tiene que ver con un momento de su vida que es nuevo y extraño.

    Por tanto, no te enfades en exceso, no recrimines su situación ni le digas cosas como ‘¿no eres mayor para comportarte así?’ o ‘¿eres un bebé?’, ya que únicamente funcionará como un castigo y supondrá más estrés para tu hijo; de esta manera, la regresión puede que se alargue innecesariamente.

    Por otro lado, es muy importante no reforzar estas conductas.

    Si los padres tenéis algo que ver en la causa de dichas conductas, empezad por cambiar esa situación, ya sea en vuestra relación de pareja o en vuestra vida personal.

    Pero puede que, además, una vez la regresión está instaurada, la estéis potenciando con lo que hacéis.

    Estas conductas infantiles no deben ser reforzadas ni mucho menos premiadas; incluso algunas de ellas puede que no deban ser ni siquiera atendidas.

    Debemos comprender su situación, sí, pero no fortalecerla, porque de esa manera permanecerá.

    Si atendemos sus conductas infantiles, las repetirá, por lo que hay que hacerle ver que podemos hacerle caso si se comporta correctamente, y que no tiene necesidad de hacer dichas conductas para ello.

    Mostrad comprensión y ofreced vuestra ayuda, pero siempre haciéndole ver que esos comportamientos no son los adecuados.

    Muchas veces, al no atender estas conductas, desaparecen al no ser reforzadas.

    En cambio, si no es así, podéis explicarle de nuevo cómo hacerlas, y que se dé cuenta de que, por ello, sí será reforzado, para lo que es importante que como padres sepáis utilizar correctamente el refuerzo.

    En última instancia, si la situación supone un gran trastorno para el niño o la familia o si se cronifica, podéis solicitar ayuda profesional para conseguir volver a la normalidad.

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