Diez consejos para hablar con tu hijo sobre la muerte
Es habitual que los padres se sientan desconcertados ante este tipo de situaciones y no sepan cómo es conveniente actuar ni qué decir: el desconcierto invade a toda la familia.
La intuición puede llevarte a hacer un buen trabajo, pero por sí misma no es suficiente.
Aquí tienes algunos consejos útiles que te orientarán a la hora de hablar con tu hijo sobre la muerte.
1-. Dile siempre la verdad
Sin embargo, no hay por qué decirlo todo de golpe, abrumándole con información que sobrepasa su entendimiento.
Es preferible ir conversándolo poco a poco, completando la información con las preguntas, las dudas o las observaciones que el pequeño quiera hacer.
Su ritmo de comprensión es diferente al nuestro, y tenemos que adaptarnos a él.
Por eso, es recomendable ir dejándole su tiempo para que procese la información y pregunte sobre lo que no entiende.
2-. No dejes pasar mucho tiempo
La noticia debe ser transmitida al niño lo antes posible para evitar confusiones.
Debe hacerse por medio de una persona cercana en la que confíe mucho (preferiblemente sus padres).
3-. Busca un sitio adecuado
El sitio para hablar debe ser tranquilo, sin interrupciones. Debe elegirse el momento adecuado, cuando exista tiempo suficiente para poder conversar sin limitaciones de horario.
4-. Exprésate de forma clara y comprensible
La forma de expresarse ha de ser clara, procurando que no existan contradicciones en las explicaciones.
Como ni siquiera nosotros mismos sabemos de qué trata eso de la muerte, a menudo nos explicamos de forma muy caótica. Intenta organizar tu mente antes de hablarlo.
5-. Comunícale el hecho en un entorno familiar
El contexto donde reciba la noticia ha de ser lo más agradable posible para el niño, un lugar en el que se sienta seguro.
Es recomendable evitar sitios públicos o desconocidos para él.
6-. Dale cariño y trátalo con la máxima ternura
Háblale con cariño, mirándole a los ojos, con la mayor ternura posible.
En ese momento tan duro es importante que note que cuenta con todo tu afecto, y que en ti puede encontrar un punto de apoyo y de cuidado.
7-. Presta atención a los silencios
En los momentos de silencio, el apoyo no verbal puede ser el que marque la diferencia en la reacción del niño.
Hay pequeños que reaccionan aislándose, evitando el contacto con la gente y rechazando saber nada del tema.
Otros reaccionan con un desbordamiento de emociones.
Sea cual sea la reacción de tu pequeño, muéstrale sin palabras (con gestos de cariño, una caricia o una media sonrisa) que estarás ahí cuando te necesite.
8-. Hazle saber que estás ahí todo el tiempo
A pesar del mal momento a nivel familiar, no hay que dejar de lado la atención que el niño necesita.
Si al atender otros asuntos prioritarios relacionados con el fallecimiento dejamos al niño de lado, la situación puede volverse más traumática para él al sentirse sólo y confundido.
9-. Muestra tus emociones
No hay necesidad de que ocultes tus emociones, ni de que te hagas el fuerte delante del niño.
Eso no es congruente con la situación, y puede chocar aún más al pequeño.
Mientras no sea de forma exagerada, puedes mostrar tu tristeza y tu dolor por la muerte tanto con tus palabras como con tu expresión emocional.
Eso le hará sentir más libre, permitiéndose dejar salir sus propias emociones.
10-. Cuida las metáforas y evita las frases hechas
Ten cuidado con las metáforas que utilizas al hablar de la muerte, pues no sabes cómo puede recibirlas el pequeño en su nivel de comprensión (por ejemplo, pensar que su abuelo puede estar “observándole” desde el cielo podría confundirle e incluso producirle temor).
La importancia de mantener vivo el recuerdo
En definitiva, lo que tanto niños como adultos necesitamos cuando alguien muere es sentir que esa persona va a permanecer en nuestro recuerdo.
Resulta muy negativo no volver a hablar nunca del fallecido e ignorar la muerte, haciendo que se convierta en un tema tabú.
Contar de vez en cuando cosas sobre esa persona, o bien guardar objetos o fotos suyas, ayuda a que los niños no confundan la muerte con la desaparición total ni el olvido.
Se trata de recolocar a esa persona en un sitio nuevo, donde ya no está presente de forma física, pero sí en el recuerdo.
Por eso, es sano y natural ayudar a los pequeños a que ellos también compartan sus sentimientos y pensamientos sobre la muerte, validándolos y aceptándolos siempre que los expresen.